Lucho Bonini: "Bilbao me marcó mucho, es como una enfermedad"

Luis Bonini, el Lucho, fue la mano derecha de Marcelo Bielsa tanto en el Athletic Club como en Chile, pero puso fin en 2013 a más de dos décadas de fidelidad al DT rosarino. Hoy trabaja solo. Es comentarista en una televisión y asesor externo de Deportes Santa Cruz.

“Bilbao me marcó mucho, es como una enfermedad”, acierta a describir el veterano escudero del Loco sobre la ciudad en la que se despidió por última vez del que ha sido su mentor durante más de 21 años. “Nos separamos porque Marcelo quería seguir y yo necesitaba parar", explica en La Tercera.
"Todos los marcadores me daban rojo. Habían sido ya muchos años. Ahora seguimos teniendo relación. No es tan estrecha como antes porque él maneja las relaciones afectivas de una manera muy especial. Uno sabe cuándo tiene que estar y cuándo no, pero él sabe que yo siempre estoy y yo sé que él siempre está”.
Así, con respeto y sentida emoción, se refiere el Preparador Físico al hombre al que debe buena parte de la reputación de la que actualmente goza dentro y fuera de las canchas de fútbol. Un técnico controvertido como pocos con quien Bonini lleva trabajando -de manera interrumpida, pero incondicional- desde 1992. “Yo estoy infinitimante agradecido a Bielsa. Él confió en mi trabajo desde el principio y me dio la categoría de segundo. Yo tenía opinión con Bielsa y su creatividad me permitió proyectarme y desarrollarme”, confiesa.
Pese a su separación, en 2013, tras su exitoso paso por el Athetic Club de Bilbao, club con el que llegaron a disputar dos finales en un mismo año (2012) y al que dejaron en puestos europeos, Bonini no cierra la puerta a posibles colaboraciones futuras con el Loco, a quien también acompañó en sus aventuras en el Atlas mexicano, el Espanyol de Barcelona y los combinados nacionales de los dos países de sus amores. Chile y Argentina: “Como decía un gran amigo mío, el fútbol te lleva donde quiere el fútbol y no donde uno quiere ir. Nunca digas nunca. Cuando nosotros vinimos a Chile, estábamos con una valija para ir a Australia, otra para ir a Estados Unidos, otra para ir a España, y terminamos aquí”, rememora. Y el legado que dejaron; en primer lugar el obsesivo seleccionador; pero también su fiel consejero -con su histórica arenga al Chupete Suazo en el túnel de camarines presente todavía en la retina de todos los chilenos- no pudo ser más indeleble.