Contentos, pero sin presumir

Se acaba el 2016 y al igual que ocurre todos los años, comienza la época de hacer balances. Reflexiones de todo tipo y color; positivas o negativas, esperanzadoras o decepcionantes, alegres o tristes. En definitiva, resúmenes de 365 días. El del Athletic, el que nos atañe en este artículo, tiene que ser necesariamente positivo. O como diría el ya mitificado Luis Aragonés: "Contentos, pero sin presumir".

Es un año en el que ha habido de todo. De hecho, comenzó con un decepcionante empate contra la UD Las Palmas, que un servidor guardará en su memoria por tratarse de la primera que vez que asistió al nuevo San Mamés, junto a mi aita. No será recordado por mucha más gente, pero fue el comienzo al fin y al cabo del 2016.
El punto culminante, bajo mi punto de vista, se vivió en abril con la eliminatoria de cuartos de final de la Europa League ante el Sevilla. Se estuvo cerca, muy cerca, de clasificarse para semifinales y dejar en la cuneta al gran dominador de la competición en la última década. Las hipótesis en el fútbol no funcionan, eso está claro, pero realmente creo que de haber superado esa eliminatoria habríamos visto la Gabarra surcar la ría en mayo. O quizá si Aduriz no se hubiera lesionado, o con Laporte en plenas facultades…. Demasiadas variantes que no se dieron en el momento clave.
En la Copa del Rey el papel fue digno. Una buena eliminatoria ante el Villarreal y dando algo de guerra al Barcelona en el Camp Nou. Debo confesar, y supongo que a la mayoría de athleticzales también les ocurre, que me cansa el equipo de Luis Enrique. El Athletic ha tenido demasiados enfrentamientos contra los culés en los últimos años y en casi todos ha salido escaldado. En la noche de Reyes se vivirá otra ración extra y habrá que apelar al 'espíritu de la Supercopa' para confiar. Por estadística, algún año tocará.
La Liga es seguramente el mejor termómetro para valorar el rendimiento del equipo y otra clasificación para Europa no puede ser considerada moco de pavo. Se ha convertido en la tónica general los últimos años, y bendita tónica, pero incluso ahí creo que el Athletic puede aspirar a la cuarta plaza que da acceso a Champions. ¿Obligación? Para nada, pero aspiración sí debiera ser. Y todo esto, en un contexto algo distorsionado por los últimos meses de competición. El Athletic no está jugando bien, mal que le pese a algunos, y en esa dirección es imposible alcanzar objetivos ambiciosos. Esta lectura sería la de la botella medio vacía. La contraria, confiar en que el juego mejorará y hacerse fuerte en lo conseguido hasta ahora. El equipo está vivo en las tres competiciones y en una situación clasificatoria destacada.
Algunos achacan demasiada exigencia por parte del entorno al equipo de Valverde y otros lo acusan precisamente de lo contrario, de falta de ambición. Yo entiendo que la virtud siempre está en el término medio. Debemos disfrutar y valorar el buen momento del Athletic a nivel nacional y, sobre todo, internacional. Y esto último lo digo con conocimiento de causa: es un equipo cada vez más reconocido en el panorama mundial. Pero no debemos caer en la autocomplacencia. Hay mimbres para aspirar a más, y aspirar a más se traduce en levantar algún título. Descartada la Liga, por razones obvias, creo que el Athletic puede y debe aspirar a la Europa League. Una competición atractiva y con cartel más allá de las fronteras.
La lista de nombres propios tiene que estar, una vez más, encabezada por Aritz Aduriz. Se acabaron hace tiempo los adjetivos para calificar al delantero, veterano por su DNI, pero juvenil por su ambición, entrega y rendimiento. Un año más ha sido el mejor y lo único que cambiaría sería su renovación. Una temporada me parece poco para un futbolista, que para muchos de nosotros, debería ser eterno. Kepa Arrizabalaga es el otro nombre propio. No es bueno precipitarse, y menos con un portero que acaba de debutar en San Mamés, con todo lo que la portería del Athletic conlleva, pero sería injusto no reconocerle su mérito. Ya brilló en Valladolid, donde me cuentan que fue el mejor de largo, y en sus primeros meses como león su impacto en el juego ha sido enorme. Tiene planta, agilidad y muy buenos dotes de portero. Evidentemente aún tiene aspectos por pulir, pero da la sensación que el Athletic ha podido encontrar un guardameta que marque una época como en su día lo hicieran Carmelo Cedrún, Iribar o Zubizarreta, entre otros.
Y no me puedo despedir sin mencionar la peor noticia del 2016. Hay cosas que realmente son trascendentes, y no me refiero al fútbol. Valdano acuñó una frase allá por el Mundial de México 86 que viene como anillo al dedo: "El fútbol es lo más importante de las cosas menos importantes". El pasado viernes conocimos la enfermedad que padece Yeray, un joven león que ha dado un triple salto esta temporada para consolidarse en el once de Valverde y ser considerado ya un baluarte en la defensa del Athletic. Pero todo esto queda en un segundo plano. Lo importante ahora, sin duda, es la persona, igual que lo son el resto de ciudadanos anónimos que sufren esta lacra y que no tienen la trascendencia mediática del futbolista. Por todos ellos, deseo un feliz 2017 lleno de salud para todos. Ojalá el Athletic nos pueda dar alegrías, pero no conviene olvidarlo; es sólo fútbol: lo más importante de las cosas menos importantes.
¡URTE BERRI ON!
Por Jon Hernández, periodista deportivo de Talk Sport en Londres. 

@jonhernandez85