Lo que no mejora...
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El Athletic tiene que dar un paso adelante
Posiblemente sea el momento más crítico del Athletic Club en los últimos años, por encima de la viciadísima atmósfera del “Caso Llorente” o del adiós de Marcelo Bielsa.
La mejor Directiva del Club en los últimos 27 años, ha de navegar aguas bastante menos calmadas que aquellas para las que ya se han mostrado diestros. A los tradicionales enemigos, deseosos de encontrar vías de agua, se suman quienes suelen prestar únicamente atención a lo deportivo y que, mientras la nave iba, nunca levantaron la voz, pero que ante el esperpento del “partido a partido” del primer equipo, se añaden al colectivo de decepcionados, descontentos.
Una mala decisión, siempre bajo mi criterio, hace que casi todo se resquebraje; la inadecuada elección del patrón, que sucede en el puesto a uno de los mejores, empieza a lastrar el proyecto, y ya no sólo el deportivo.
Acostumbrados, ya casi inmunizados desde julio de 2011, a desayunarnos con la labor de ariete de ciertos columnistas, (¡Vaya fijación, oiga!) a día de hoy lo que tiene muy difícil defensa es lo que ocurre en el verde, con responsabilidad compartida por todos, no sólo por el mister, y que por inacción larva un sentir generalizado de necesidad de cambio. Quienes hemos valorado este proyecto, esta gestión, tememos que ese dejar hacer, dejar pasar, ponga alfombra roja para la vuelta de los viejos modos, las viejas formas, la crispación diaria de los últimos tiempos del mandato 2007-2011 y de algunos de quienes lo representaban. Fue un error sustituir en el puesto de formador a quien con el beneplácito generalizado lo llevaba haciendo 6 años, para dar relevo a uno de los mejores. Día a día a día, la labor parece sobrepasarle. Fue igualmente un error dar el puesto de formador a quien no lo era y había sido destituido, ya en el fútbol de élite, de tres equipos en 18 meses.
Dos errores de bulto que lastran, y de qué forma, una temporada. Son innumerables los partidos lamentables, imposible encontrar momentos de destello. Y son más de 30 partidos ya. No veo solución sin cambios, y a día de hoy parece no servir, a corto plazo, más que una. Algunos no entendemos cómo no se llegó a esa determinación la fría noche del Formentera, y es cierto que cuanto más tarde, menos útil y menos tiempo para arreglarlo. Frente a quienes defienden que es mejor esperar a final de temporada, otros nos rebelamos contra la resignación: gestionar supone adoptar medidas, unas más a gusto que otras, pero hay que adoptarlas.
El proyecto de Club pasa por asegurar plantilla e ingresos que lo hagan apetecible a quienes puedan y quieran/queramos embarcar en esta nave. Puede lograrse o no ir a Europa cada temporada, pero no es nuestro estilo el de las “temporadas de transición”, así catalogada casi desde noviembre, y que no pelea por estar lo más cerca posible del objetivo. Dejarse ir a la espera de tiempos mejores en un momento que horarios, climatología y espectáculo dado en el verde generan desilusión y desidia, genera que nuestras gradas estén cada vez más vacías, que la gente de desenganche del equipo.
Logremos o no el objetivo, pongamos lo mejor a nuestro alcance: el banquillo no funciona, el cambio se antoja imprescindible, al punto de que por momentos se puede hasta dudar de si los jugadores creen en el mister y en sus propuestas: lo de Girona es indefendible. Pero es que desde el minuto 60 de la ida frente a Panathinaikos ha habido tiempo de sobra, y la mejora me parece imperceptible: por tiempo, paciencia y oportunidades, no ha quedado. No pueden tampoco irse de rositas los jugadores; en ninguno reconozco su mejor versión. ¿Huevos?, ¿Gallina?, ¿Culpa de ellos?, ¿De quien les dirige? No sé, pero tenemos una plantilla renovada a muchos años vista, en algún caso demasiados; en sus manos estamos, y a ellos hay que rodear de quien más les aporte: es el único puesto donde por filosofía no tenemos limitación alguna. Este batiburrillo parece empezar a despertar ansias electorales, a sonar nombres y fechas; de hecho hay quien ya se posiciona y se arroja al manto protector del principal damnificado mediático del San Fermin de 2011.
Correspondería en el, en mi opinión, mejor momento para preservar la estabilidad del Club, cuando el Presidente entrante puede tomar las decisiones relativas al final de temporada y al inicio de la siguiente, sin hipotecas del saliente. Y, paralelamente, en la campaña se debatirían programas y no nombres; sin mercados persas como el de 2007, destinados a ganar la poltrona a cualquier precio: votos a cambio de embaucar con fichajes encarecidos por la subasta entre candidatos y con despidos de empleados como gancho electoral. Con las arcas llenas como están, alguno tendría más peligro que una piraña en un bidé. En 2007 hubo quien gastó lo que no había, en un ejercicio de irresponsabilidad, cuya consecuencia fue la salida de Aritz Aduriz para tapar el agujero causado. Y sin ni siquiera asegurar el cobro. Bueno, pues el escenario de tener a estas alturas ya un candidato, no nos atrae. Elecciones, cuando toca: a ser posible, febrero-marzo 2019. Y decisiones, también: y alguna tocaba hace ya bastante tiempo.
Ojalá el menú electoral sea variado: a todos nos enriquece tener opciones donde elegir, pero a su tiempo. ¡Paciencia!
¡Aupa Athletic!
Por César García. Socio del Athletic Club y contertulio de Radio Popular.