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De tanta rutina, hastío; lo siento por ti, Athletic
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De tanta rutina, hastío; lo siento por ti, Athletic

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Kuitxi

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Y el matrimonio nació como algo indisoluble. Pero de tanta rutina, hastío. Fastidio, tedio, cansancio, aburrimiento, disgusto, desgana, desinterés, indiferencia, apatía... Llega la  separación, como si con ella, un corte radical con el hastío que provoca la rutina.

Divorcio. La hoguera en la que el 'ave fénix' se convierte en ceniza. Y del polvo resurgir. Renacimiento. Vuelta a empezar. Rutina. Hastío... tedio, cansancio, aburrimiento, desgana, eso es, "falta de", también de fuerzas.
  Con Sísifo fue comparada en este 'rincón de la rutina' la figura de José Ángel Ziganda, entrenador del Athletic Club. Y he aquí que hoy, "de este agua te dispones a beber, cronista", a fuer de ser honesto conmigo mismo y ustedes, de inmediato a la finalización del Athletic-Malaga, cuarta victoria de los leones en la Catedral, he sentido con todas mis debilidades que, como por empatía con el técnico que de manera metafórica hoy han empezado a lapidar en su propio templo, yo también soy Sísifo, ese periodista condenado a escalar la montaña de la escritura con las manos de la rutina, con el hastío de los dedos...  Carmelo Bernaola, hijo de Otxandio, responsable intelectual de los arreglos musicales del actual Himno del Athletic, dijo en su día, antes de ascender al Olimpo de Zarra, Forges y San Mamés, que "en realidad no sé si lo que me gusta es el fútbol... o simplemente el Athletic"... Dicho que se las trae: como si el Athletic trascendiera el fútbol; sentimiento, 'espíritu Athletic', una suerte de alma que habita las entrañas de un balón de reglamento del mismo modo que se podría haber instalado en el feto del montañismo antes de que este maravilloso deporte fuera parido por esa 'diosa de la abundancia' que en el Himalaya llaman Annapurna.
  Hoy me he dado cuenta. Porque siempre hay un primer momento para todo. He sentido, como nunca me había sucedido, que llevaba ya muchas crónicas instalado en la rutina. Soy, pues, un 'rutinero'. Una marioneta, un guiñol, ese 'pelele' de Goya que se exhibe en 'el Bellas Artes' de Bilbao. Un 'rutinero', no saben hasta qué extremo, cansado, aburrido, desganado...Un periodista titulado, sí, pero muñeco volteado por el desinterés, la indiferencia y la apatía.  Comencé fuerte y con muchas ganas, creyendo que cada vez que cronificaba al Athletic pagaba la deuda semanal que, por haber sido futbolista, con el mundo del balón había contraído. Y al redactar, a veces reía, a veces lloraba, a veces sufría, pero siempre, siempre, siempre sentía. "Confieso que he sentido". Título de unas memorias, las mías, que voy engarzando, pero testimonio, así mismo, de que, así como antes sentía, ahora, quizás mientras el Athletic-Málaga del 25 de febrero, ya no siento, o no siento como antes, o, quizás, he dejado de sentir al percatarme de que todo en mí, de que todo yo, era impura rutina, arroyo desidioso tributando al caudaloso río de la apatía.  Siento, creo, que si creía, que si tenía fe, de repente, de sopetón, he ingresado en el club de los agnósticos, o, yendo más lejos aún, mientras en mi localidad de 'fondo sur' sentado, luego de una primera parte sensacional, con un Beñat Etxebarria dando más allá de si mismo y un Mikel San José de vuelta a su 'sagrada familia', tras una segunda mitad en la que los malacitanos, como si en la caseta se les hubiera dado a beber un brebaje milagroso, nos han sometido con sus cuerpos como de coloso de Rodas todos ellos.
Luego de todo esto más el añadido grosero, humillante, obsceno, ¡vergüenza ajena he sentido, válgame Dios que soy ateo!, de inmediato al penalti abortado y a dos o tres intervenciones apoteósicas de Kepa Arrizabalaga, los parroquianos, un sector, digamos que 'los fariseos', han profanado la Catedral con gritos a semejanza de la chusma aquella congregada a los pies de la balconada donde un cobarde se lavaba las manos: "¡Cuco, vete ya!"...
  No contentos con la ofensa en versión breve, se han divertido en canción: "¡Cuco, vete ya...Cuco, vete ya... Cu-co-ve-te-ya!"... No daba crédito. Hallándose a mi lado un hombre justo, le he susurrado: "Athletic, no los perdones: porque sí saben lo que dicen"...  Acabada la batalla con victoria. En las termas los combatientes. He salido al 'Agora'. Y mientras caminaba por la explanada, hundiendo mis pies en las huellas que dejaron el jueves pasado así los justos como los canallas, he empezado a sentir algo que me resultaba novedoso, o tal vez no, acaso fuera la náusea que, hoja a hoja, cara a cara, hasta completar la célebre novela, fuera desgranando Jean Paul Sartre.  Asustado por sentir que el fútbol, de repente, me resultaba algo ajeno: Berrogei urte eta gero: hau!... Un miedo tan verídico como fugaz... estrella en un firmamento sin Cielo. Como por arte de magia, desvanecido. Pánico que sin llegar a nacer era un feto corrompido. ¿Miedo? ¿Pánico?... Pero... ¿Por qué? ¿Acaso no es liberación haberme desprendido de las cadenas que, durante tantos años, me han tenido amarrado a esta terrible rutina de ver y ver fútbol, a este hastío que se equipara al disgusto, al cansancio, a la desgana, al desinterés, al aburrimiento, a la apatía?....
  ¿Saben lo que les digo?... Lo que a mi compañero Asís Martín durante este fin de semana le he confesado: cuando la Semana Santa pase, y regresen a la ciudad los calores, y a la montaña, la templanza, al modo en el que en 2017 lo hice, me subiré al tren de La Robla. Me bajaré en Cervera de Pisuerga. Donde una gentil damisela me trasladará hasta la casita de José Cordero, allí arriba, en Triollo, corazón de la Montaña Palentina. Me regodearé con lo ya vivido. Y cuando me sienta preparado, partiendo desde Cardaño de Arriba, empezaré a ascender camino de la cima de Peña Prieta.   Sentado en el monolito, junto a la cruz, contemplaré, abajo   en el valle, las lagunas de Fuentes Carrionas. Sumido en lo onírico. Respirando paz, sosiego y armonía, movido por la empatía, podría ser, no lo niego, que derramara unas lágrimas por el fútbol, por el Athletic, o sea, por ustedes.  ¿Rutina que causa hastío?....No, no, no... ¡Ya me harté de ser 'rutinero'!
Por Luis María Pérez, 'Kuitxi', exfutbolista y periodista

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