El dentista del Camp Nou 'empasta' a los leones

Le recuerdo a Joaquín Caparrós, en su periplo de cuatro temporadas en San Mamés, recurriendo a la frase "nos toca visitar al dentista" cuando 'su Athletic' tenía que rendirle visita al Real Madrid, y, en especial, al Fútbol Club Barcelona: demoledoras goleadas las que se traían a Bilbao los leones. Una vez al año, ambos 'dentistas' tenían la 'gentileza' de visitar a su paciente para revisarle la dentadura en su propia casa.

El 'dentista' de Concha Espina, con su bata blanca y todo para que no se dudara de que tenía el título de odontología, ofició en la Catedral hace dos semanas, tremendo partido el 'clásico de los clásicos', pinchó en hueso el galeno merengue, el 'nervio' del Athletic no fue anulado con el fármaco letal que utilizan los que a sí mismo se llaman "él mejor equipo del mundo".

Luego del batacazo del miércoles ante el Villarreal, al ejército de Berizzo le tocaba 'dentista' otra vez, catalán en este caso, de Barcelona, consulta a cielo abierto en el inmenso 'coliseo' blaugrana.

Quien más, quien menos, con su salud anímica deteriorada por la primera derrota de la temporada, se temía lo peor, o sea, lo de siempre, desfile civil de la 'escuadra' de Ernesto Valverde sacando tantas muelas como goles, y dientes hasta contar más de cinco, todo ello sin anestesia de farmacia o botella de whisky  y puñetazo contundente al estilo de de los pueblos de madera que tendían hacia el 'far west'.

Un Athletic audaz, sin embargo, que es lo mismo que decir un Eduardo Berizzo valiente, quiso emular su modo de hacer ante merengues y béticos. El Athletic, mirándole a la cara a los opulentos, y a los ricos prematuros también, que haberlos también los hay, y a chorramortero, así en la 'Massia' como en esa cantera mundial que explota a golpe de pico de rubí y zafiro la 'empresa' deportiva que preside Bartomeu, los leones, se decía, con Yuri por delante de Balenziaga, como frente al Betis, para convertir en larga y potente la banda izquierda, se fueron de salida muy arriba, presión alta, profunda, sumamente coordinada, al mismo tiempo que, cuando eran dueños de la posesión, trataban de convertir en virtud el arte de la combinación.

Gracias a semejante apuesta, el Athletic se atrevía, porque era capaz, a subirse a las barbas de un Barcelona al que Valverde, conocedor de las maneras de Berizzo, le pinchaba a fin de que su fútbol fuera más veloz, velocísimo, así en la circulación del balón como en el desplazamiento individual de los futbolistas.

Discurría atractiva la primera parte, con opciones de marcar para ambos bandos (¡soberbio Unai Simón  en un mano a mano con Luis Suarez!), cuando, en el 40', recogiendo un pase de 'Rulo' (a cuyos pies había llegado el rechazo de un córner botado por Susaeta), Markel, el 'flaco' eibartarra (sujeto de las iras de un sector, del todo injusto, de la afición por su expulsión en 'Heliopolis') se abrió, procurándose mejor ángulo, a la vez que le daba el tiempo necesario a De Marcos para que surgiera en el segundo palo luego de su habitual correría por la banda derecha.

Centro tocadito de 'Susa', rozando la perfección, faltaba el detalle, ¡detallazo!, de Óscar, el "Gudari" de Jose Iragorri, interior total de su bota derecha, golpeo de equilibrista que sabe de sutilezas, inmejorable, la pelota se cuela pegadita a la base del palo largo de un Ter Stegen que se quedó estupefacto. Mejor, imposible: el Athletic alcanzaba el descanso luego de esconderle las tenazas al dentista blaugrana. 0-1. Once leones camino de los vestuarios. Y no diez, como en Sevilla. A la espera tod@s de si el Athletic le daría continuidad a la valiente, y, sobre todo, sensata apuesta de los primeros 46 minutos.

Ya de inicio, y por una causa o razón que se me escapa, el Athletic bajó la presión, así en lo extenso del rectángulo de juego como en lo relativo a la intensidad. Y lo que resultaba más preocupante: cuando un rojiblanco recuperaba el balón, se lo quitaba de encima sin ni siquiera la excusa de un pase largo que buscara la velocidad al espacio de Iñaki Wilians y la incorporación a posiciones adelantadas de un puñado de compañeros. La pelota quemaba. O sea: patata caliente que se rechaza, clavo ardiendo al que nadie se agarra, los leones, contra el muro curvado del circo, temerosos, como si 'fingieran' cobardía, porque cansancio no cabe en el físico de unos futbolistas que se manejan en los primeros minutos de la segunda mitad.

El gladiador lo tiene fácil; el dentista hace sonar su instrumento de tortura.

Tortura para "los que se ponen la camiseta en nuestro nombre". Angustia para es@s otr@s que observamos el espectáculo. Corazón en vilo. Sufrir y sufrir. Lo que nació como disputa se ha convertido en un mirar y mirar el cronómetro: ¡reloj: que corran los minutos, que vuele el tiempo, que el árbitro pierda el juicio y contagie a los del VAR, partido 'acabao', por fin, pero no, no cantemos "hemos ganao / la copa del Bilbao/ el portero medio muerto / y el balón pinchao", porque falta un mundo, una "enormidad donde nadie oye nuestra voz" clamando al cielo de Berizzo, Eduardo, mesedez, despierta a los leones, ¿o es que acaso hay algo más allá, en ese área técnica en la que te sitúas fingiendo sosiego?... ¿sosiego?, fíjate tú, Messi en el campo, todos nosotr@s en un temblor, mortífero suena el travesaño violentado por el cuero, y los postes, ¡menos madera, esa, esa que estamos viendo no es nuestra guerra!, es un asedio en toda regla, nos vienen por la derecha, por la izquierda, por el centro, por todos los costados, el Barcelona es capaz de crear espacios donde la multitud se reúne y el barullo se acrecienta.

Iñigo Martínez había caído en 'acto de servicio' cuando Berizzo metió a San José en lugar de un Beñat exhausto. Cuando Aduriz suplió a Iñaki Wilians buscando...¿buscando, que?...¿Balones largos para que los baje con su pecho y el equipo acuda raudo a la llamada del "Zorro"?...No, que va, ni largo ni corto. Todo es agónico. Una tensa espera. Ojalá estemos preparados cuando nos llegue la hora de rendir cuentas.

Oscar De Marcos, el mismo que goleó, acaba de sacar debajo del larguero uno de esos 'penaltis' que Messi lanza con barrera y desde fuera del área, como si su entrenador, Berizzo, se hubiera hecho eco de aquel artículo que el Desmarque Bizkaia publicó acerca de 'El uso de las barreras en el futbol: ¿poner o no un jugador en el palo que no tapa el portero?". Demasiado bonito para ser verdad. Tener la fe suficiente para creer que el Barcelona no habrá de marcar en este partido.

Ocurrió en el 83' 30". Tanto va Messi a la fuente que dispara  pero no exento de saña. Voraz, el astro argentino recoge el rechazo de su propio chut. Esta vez se decanta por colocar la pelota en el corazón del área. Y ocurrió entonces que..."el balón se hizo agua, el balón violentó  la red, pero, a pesar de este empate tardío, casi en las postrimerías, el Athletic ¡no perdió el alma!...Y pudo hablar, así como l@s que lo acompañábam@s al otro lado de la delgada línea de la pantalla. Para regocijarnos. Y hacerlo por segunda vez en los tres últimos partidos. Aunque en este del Camp Nou, a diferencia del disputado en la Catedral frente al Real Madrid, a uno le quede esa duda existencial al no entender por qué el 'Athletic' del audaz Berizzo', renunciando a lo ofensivo, acomodó  su espalda contra el muro pétreo y circular del 'Coliseo' blaugrana.

Por Luis María Pérez, 'Kuitxi', exfutbolista y periodista