Un "pequeño detalle" del "puto amo" que impide la victoria del Athletic

La "verdad quiere cetro", escribió el cubano aquel en sus 'versos sencillos'. La "verdad nos hace libres", sentenció el profeta, siempre adelantado a su tiempo. "El Athletic Club mereció mucho más en Mestalla", titula su crónica mi compañero Asís Martín. Tomando en cuenta que el partido finalizó con un empate [2 - 2] clavado en el electrónico, le habría bastado con "más" para que se entendiera que los leones deberían haberse retirado victoriosos al vestuario. "Mucho más". O sea: haber ganado 'de largo'.

¿Me equivoco? Buscando un segundo botón que mostrara a las claras la insultante superioridad zurigorri, me topo con la 'cruda verdad' de Jon Agiriano en El Correo: "El Athletic regala dos puntos de oro". O sea, con el trofeo del triunfo ya en su mano, su baja autoestima le llevó a rechazarlo por creer que no era merecedor de tamaño premio. ¿Por qué no cerró como es debido el Athletic su tan aseada 'faena'?

En sala de prensa, 'rueda teleáatica' girando a su favor, Garitano se empeñó en tirar piedras sobre el tejado de su prestigio como técnico. Si alguna vez habría de serlo, este era el post partido para sacar pecho. Para trasladarle al 'universo Athletic' que los leones habían zarandeado a su 'presa'. Que la habían tenido en su boca. Cocodrilo. Caimán. León. Qué más da cuando contra semejante fila de marfil afilado nada se puede oponer: ¡pobre 'murciélago che! Gaizka Garitano había dirigido la 'batida' de Mestalla.

Y como dirigente, justo habría sido todo honor y toda gloria para él. Se sabe por qué el Athletic no terminó cobrándose su pieza. Lo sabe de sobra el entrenador del Athletic. Y lo piensa. No se atreve a decirlo, sin embargo. ¿Por qué?

Se habla de "craso error". De "anchoa". Comportamientos individuales tan 'gruesos' y 'obscenos' que, al sucederse de manera obsesiva en el tiempo, terminan convirtiéndose en una "lacra" que podría enviar al Athletic a 'galeras'. Al  inframundo. Y a Garitano, como si lo de remar en la laguna Estigia no le diera miedo. Convencido de que Averno es mito, y no realidad. Sorprendente reacción la suya cuando le preguntaron por el segundo gol del Valencia. Primero, destacaron el "gran partido que ha hecho el equipo", para, a continuación, referirse al "grave error del portero".

Podría haber agradecido tanta loa por parte de la prensa. "Vaya, parece que, después de tanta leña como nos vienen dando, reconocen y alaban el buen juego del equipo".

Garitano debió pensarlo. Pero no lo dijo. Debería haberse sentido halagado. Punto de partida para un panegírico verbal en toda regla. Con un 'Post Scriptum' en el que se leyera el nombre de un arquero. Podría haberlo hecho. Señalar. Explicar que "lo suyo no tiene nombre". Que "boicoteó una empresa tan meritoria". Que..."no me jodas, algo como lo que has hecho no me lo esperaba de ti". Que..."sabes que estoy en el punto de mira hasta de Dios y ni por esas". Calló, sin embargo. Como si no le importara caer. Solo. Sólo él. Porque a la hora de las destituciones, el entrenador no se 'cae con todo el equipo'. O Gaizka es demasiado buena persona...o se equivoca de cabo a rabo. O sea, de raíz.

El partido se iba escribiendo a cada segundo, en cada jugada. Pero a su conclusión, e incluso antes, la lectura sería única, y muy fácil de entender. El Athletic, más allá de sistemas, tácticas, hombres y nombres, o tal vez por todo ello, fue capaz de convertir al Valencia en un "pelele manteado" por un "Athletic goyesco". A veces, dejaba que tocara suelo para darle 'patadas' al pobre 'muñeco'. Cuanta metáfora. Cuanta alegoría. Sí. Pero ¡cuánta verdad!

Aprovecha, por Dios. Defiéndete, Garitano. Da nombres. O 'el nombre'. Habla como en la caseta se hablaba después de lo que hizo, o dejó de hacer, el portero que a tu equipo defiende. En la caseta. Se dice. Pero podría ser en aquellas casetas que uno habitó cuando se vestía de corto. Txutxi. Esteban. Marqueta. Dirigiéndose a aquel Andrés que dejaba en el banquillo al mismísimo Arconada en su etapa de juvenil. "Has ido a por uvas...¡y te has quedado con el molde". Risas. Sí. Porque se había ganado. Algo que no sucedió en Mestalla. Y sin embargo...

¿Qué debería haber hecho el Athletic para salir victorioso de Mestalla? Juego, le sobró. Opciones para golear coleccionaba en sus bolsillos rotos. Había conseguido someter hasta la humillación a un Valencia triste, sin 'gracia', fiel reflejo de su entrenador, Javi 'Gracia'. Se permitió el 'lujo' de que Dani García se equivocara a la hora de 'medir' un balón 'dividido'. "Te doy un gol de ventaja".

Como los niños aquellos en el patio o en las campas. Diseñó un empate a la altura de lo excelso. Muniain construyó un penalti haciendo equilibrios sobre un 'alambre de cal'. Rulo le dio al Athletic lo que se merecía. Y cuando la suerte del partido parecía echada. Cuando Valencia y Athletic, el primero musitando, los leones rugiendo, le decían a 'su gente' que "todo se ha consumado"...

Algo así como un córner desde la esquina izquierda que el Valencia era incapaz de atacar. Falta de Yeray. O no. Qué más da. Tocaba defender la 'estrategia'. Voló la pelota. Un balón a la 'altura' de un portero de la 'talla' de Unai Simón. Ese balón de cuero que de niño le fascinaba. Era suyo. De quién, si no. Vaya usted a saber. Y de repente, asumir que la victoria incontestable se convertía en un empate sin respuesta. Enmudecieron detrás de la pantalla l@s Athleticzales. O bramaron. No era para menos. Por la boca o con los dedos. Tecleando. Tod@s de acuerdo.

Incluido Gaizka Garitano. Su ética, empero, le forzó a morderse la lengua. Ya sin ella, sin habla, alguien que no era él elaboró un discurso de locura teniendo en cuenta la triste lluvia que se derrama sobre Lezama. La prensa le pretendía halagar descargando el peso del 'error / horror' sobre un portero que volando hacia el balón se había quedado con el 'molde'. Confieso que la respuesta de Garitano me puso en un temblor. Jamás tanta furia salida de su boca...

"Tengo máxima confianza en él. Es un porterazo. El año pasado nos dio muchísimos puntos... ¡Unai es el puto amo!"

Y cuando uno creía haberlo escuchado todo, Garitano se superó a sí mismo desbrozando una suerte de 'teoría del todo' para terminar con esos "pequeños detalles que nos condenan".

¡Aficionados, ya no estén tristes, "lo de los errores cambiara". ¿Cómo? "Cuando el rendimiento es bueno, esos fallos tienden a desaparecer". ¿Por qué? "Porque no te llegan mucho". Garitano y su teoría capaz de convertir a los rivales en la nada. Quimérico, Gaizka Garitano. Nos habla de lo 'cuántico', pero olvida que "pequeños fallos", tan pronto mueren, renacen. No hay Dios que con el 'Ave Fénix' pueda. Y no habría entrenador, incluido Gaizka Garitano, que de modo tan vehemente fuera capaz de elogiar a su portero luego de que un "craso error", un "fallo", una "cantada", una "anchoa" hubiera desencadenado la derrota de su cese, la de su destitución.