Un Athletic bipolar

Con todos. ¿Con todo? Vista la primera parte, el Athletic Club se inhibió. Ante tamaña inacción, el cronista trataba de entender a fin de hacer la lectura más ajustada de los hechos que se sucedían en San Mamés. Le habría gustado que lo que veía se asemejara a las "Conversaciones en la Catedral' del literato peruano. Que Athletic y Levante UD se fajaran como dos púgiles que optan al título copero. Y resultó que de diálogo futbolístico, nada de nada. Monólogo.

El Levante, sin que uno sepa el por qué, o tal vez porque el balón lo había donado para la causa el jugador más gordito de la plantilla granota, se apropió del cuero ante la mirada permisiva de los leones. Los que conformaban el 'once de gala'. Ese al que Marcelino había aleccionado en los días previos que se vivieron en Lezama. Cuatro jornadas limpias del polvo y la paja que sobrecargan la musculatura de los futbolistas. El cansancio jamás sería excusa. Y sin embargo...

El Levante, con maneras de un equipo gigante...

Se trasladaba por el verde asociándose. Hacían tríos. La 'erótica del futbol' Enfrente, o dispersos privándole de equilibrio a su propuesta, un Athletic 'miron'. Deportista sin discóbolo. Futbolistas sin balón. ¿A qué demonios juegas, Athletic? ¿Qué plan había diseñado para este pedazo de semifinal Marcelino? Habrá una segunda parte del todo disímil a lo acontecido en el primer acto. Dejemos que llegue. Mantengamos en el trastero, también, eso que Marcelino nos dio en la rueda de prensa. Guardemos fidelidad a lo que fue escrito tras el pitido final de los primeros cuarenta y cinco minutos.

"Cuando la proposición consiste en no proponer nada. Cuando al rival se le se deja en depósito la pelota para que la maneje a su antojo. Cuando los leones se quedan con las pupilas dilatadas y la mirada revirada contemplando las 'maneras' de su rival, que no era ni bueno ni malo, sino todo lo contrario. Levante. Todo es Levante. Y hasta el viento a su favor. Lo sentían en la espalda. Viento, si lo sabes, dime lo que sientes cuando ves que hasta el campo se inclina hacia la portería de Unai Simón.

Estaría ya descontento el técnico del Athletic cuando el balón le llegó a un jugador sin nombre caído en la banda derecha. Me anticipé al tanto al escuchar el secreto voceado. Llegaría a tono con el partido. O sea, como se consuman las cosas que no tienen mucho sentido. Al corazón del área. Ahí tenemos a Melero. Libre de toda marca. Intenta el remate y hierra de bulto. Pero como el guión del partido lo demandaba, ese mismo balón que recién había maltratado regresa a él como el gato que no conoce otro dueño. Grosero. Grotesco.

Los centrales, vaya usted a saber. El que quedó retratado fue Unai Vencedor. Que no se tomó el tiempo de inventar. Le tocaba mirar por detrás de lo que estaba existiendo. Como si sus botas fueran de plomo. El 'príncipe' no estuvo a la altura. Uno hace examen de conciencia y se siente responsable. Los halagos. Fueron ellos. Se dice que debilitan al recién agasajado.

Tomando en cuenta el naufragio colectivo, no habría estado mal que Marcelino se hubiera adelantado a la revolución que ya tenía en mente. Fue al saltar al verde para encarar la segunda mitad cuando Marcelino 'señaló' a los responsables del desastre. "Dani, Vence, Capa, duchaos".

Obedientes. Tocados. "Unai Lopez, Vesga, Berenguer, salís vosotros". Algo habremos hecho muy mal. Todo. Pero no sólo ellos. El conjunto, con otras palabras, no había dado pie con bola. En boca de Marcelino. "Se hicieron muchas cosas pero todas se ejecutaron mal. Llegábamos tarde a la presión. Con balón, fatal, lo perdíamos enseguida. O lo recuperaban ellos y nos incomodaban. Imprecisos. Nos precipitábamos. Pases erróneos. No hemos estado bien en ninguna faceta. Por debajo de nuestro nivel. Hemos trabajado mucho, pero no hemos hecho nada bien". Cuestionado Iñigo Martínez, "La primera parte la hemos tirado por la borda; la hemos regalado".

Con tanto como esto, el cronista siente que algo se le oculta por parte de Marcelino García Toral...

Confía de lleno en el técnico de Villaviciosa. Es por ello que habría agradecido una lectura del partido al estilo de los entrenadores de Basket. Si a Gaizka Garitano se le apretaba casi hasta el ahogo, Marcelino esta obligado a arrojar luz. Porque un 'frontal' de montaña no sirve para poner sobre la mesa el "de la noche al día", el "del todo a la nada'", el "flojo, flojo" y "el que compite muy bien, el Athletic que queremos'".

Se le cuestiona sobre este Athletic 'bipolar'...

El que salió a degüello desde la caseta, y Marcelino se despacha a gusto con "la idea de juego cambió". Sembrando dudas en esos 'seres menores' que no somos capaces de entender un cambio tan radical condensado en una frase de cinco palabras. "La idea de juego cambió". ¿Ustedes lo entienden?

Me introduzco en su mente privilegiada y veo lo que él vio, lo que veía. Un Athletic que miraba. Un Levante que se paseaba. Leones adormilados. Distancias inimaginables los separaban entre sí. ¡Qué es lo que falta que la pasión de la Copa falta! Se nos iba. Ser apeados, además, conllevaría una puesta en escena dubitativa a la hora de afrontar esa final contra la Real Sociedad tan deseada.

Fue ponerse el balón a rodar y encontrarnos con otro Athletic. Presión alta. Ritmo vertiginoso. ¿Se sacaba a relucir lo que se había guardado? Porque si el Athletic fue a degüello desde el inicio, es que ese Athletic existía también al principio del partido. En menos de diez minutos los leones habían 'zarpadeado' cinco veces con intención de matar.

El Levante reculó. Muniain volvió a asistir desde el banderín de córner. Para que Iñigo Martínez se elevara al estilo del mejor Fidel Uriarte. ¡Hermoso testarazo el suyo! Cabezazo de esos que deberían subir dos veces al luminoso. Sirvió solo para el empate, sin embargo. Y fue así que, a partir de la igualada, los de Paco López se atrincheraron a fin de llegar al partido de vuelta con un [1-1] goloso.

Habrá que marcar en el 'Ciutat de Valencia'. Y que el Athletic que ponga en juego Marcelino demuestre que es merecedor de llegar a dos finales en el mismo curso. Un solo Athletic. Desde el inicio hasta el fin. Apuesto por vosotros, leones. Creo. Confío. Que desde la distancia, Luis Fernández verifique aquello de "leones con tres cojones". No queda otra.