Un nefasto árbitro facilita el triunfo del Mirandés contra el Cádiz

El Cádiz se vuelve de Miranda de Ebro con una derrota que debe ser explicada a raíz de una escandalosa actuación arbitral de un alicantino llamado Saúl Ais Reig que desquició a los amarillos que ganaban 0-2 al descanso.

En los primeros momentos era el Mirandés el que parecía tener más claro cómo llegar a la portería rival. Javi Hervás fue el primero en avisar y antes de cumplirse los dos minutos ya había lanzado con la zurda por encima de la portería de Alberto Cifuentes. El balón era de los locales y el Cádiz, como casi siempre, esperaba atrás para salir a la contra.
Pero el primero que dio fue el Cádiz. En una acción por la izquierda, Álvaro García centró, Kijera remató hacia su propia portería, el balón quedó suelto tras la buena parada de Sergio Pérez y Ortuño remató a placer. El Cádiz golpeaba y tenía ante sí la oportunidad de demostrar que es capaz de ganar un partido aprovechando que se suele poner por delante en el marcador.
El Mirandés quedó aturdido y eso lo aprovechaba el equipo de Álvaro Cervera, que atacaba con peligro. Un disparo de Salvi estuvo cerca de entrar en el minuto 15 y, a renglón seguido, llegaba otra ocasión para Ortuño, pero en este caso el balón se fue alto. A los amarillos se les veía con la lección aprendida y no daban opción de llegar a su oponente, aunque en un campo pequeño como éste estaba claro que el peligro podía llegar en cualquier momento.
El 0-2 pudo llegar con un gran disparo de Brian Oliván, que había llegado al borde del área y que estuvo muy cerca de marcar con la zurda. La réplica la pondría Maikel Mesa en la siguiente acción, allá por el minuto 23, pero Cifuentes pudo despejar en dos tiempos. Pero era sólo una excepción, la sensación es que estaba más cerca el 0-2 que el 1-1.
Y llegó el segundo y de la mejor manera posible. Salvi se marcó un golazo sensacional con un disparo a bote pronto y mitad empeine, mitad exterior, que se coló en la portería local como un obús. El partido se ponía ideal y con una sensación de que estaba totalmente controlado, pero la cosa daría un giro a los pocos minutos por la increíble expulsión de Gorka Santamaría, que veía dos amarillas muy rigurosas y el equipo gaditano tenía que afrontar lo que quedaba con uno menos.
El Cádiz se iba al vestuario con el enfado por la expulsión y porque el colegiado en los últimos minutos del primer periodo había desquiciado a los amarillos con una actuación calamitosa. Ahora había que aguantar con 10 el empuje de los locales, que en el inicio de la segunda parte se volcaban en ataque con dos cambios muy ofensivos realizados por Carlos Terrazas.
Sin embargo, el Cádiz pudo rematar a su rival con una gran ocasión en el arranque. Salvi se marchó de Kijera, combinó con Ortuño y éste con Álvaro García, pero su disparo acabó en el lateral de la red, muy cerca de la escuadra izquierda. Pero el árbitro tenía claro lo que quería y metió al Mirandés en el partido pitando un penalti inexistente por la caída de un jugador local en el área cadista. Eguarás hizo el 1-2.
El Cádiz estaba roto por el descontrol provocado por el colegiado. Con uno menos y desquiciado. Maikel Mesa estuvo a punto de hacer el empate en el 53 y lo logró en el 55 en una acción dentro del área que resolvió con un disparo por bajo. Había que intentar abstraerse de lo que había conseguido el señor Ais Reig y un Mirandés que, lógicamente, se aprovechaba de que se lo habían puesto en bandeja.
Fofo estuvo cerca de hacer el 3-2, pero el balón salió fuera. A Juanjo le ganaba la espalda constantemente Bustos y sus pases atrás hacían mucho daño. Cervera metía en el campo a Abdullah y Sankaré viendo que las ocasiones se sucedían en su portería y que la pelota ya era totalmente del rival. Jugaba con tres centrales, pero ya el Cádiz ni atacaba... ni defendía. Así, en el minuto 65 llegaba el tercer tanto del Mirandés con un centro lateral que era rematado a placer por Guarrotxena, al que nadie defendía.
Daba la impresión de que Cervera se había equivocado con los cambios porque ya era imposible tener la pelota y no había profundidad sin los extremos. La solución de quitarlos no había sido tal. Ortuño estaba muy solo y la salida al campo de Rubén Cruz tampoco ayudó mucho. Abdullah estaba perdido en el campo y parecía milagroso siquiera que el Cádiz disfrutara de alguna ocasión para empatar el partido.
El Mirandés hacía su partido y tocaba el balón con calma, sabedor de que enfrente estaba un equipo roto. No iba descaradamente por el cuarto gol, pero Bustos pudo lograrlo en el minuto 84 en una jugada en la que Cifuentes detuvo la pelota con seguridad. 
Era un quiero y no puedo. Entre la escandalosa actuación arbitral y la mala reacción de Álvaro Cervera ante lo que estaba pasando, el Cádiz se quedó sin opciones para sacar algo de un partido que llegó a tener muy controlado. Entre todos lo mataron y...