La inocencia deja al Cádiz con un punto insuficiente
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El Cádiz no pudo pasar del empate ante el Rayo Vallecano en un partido donde tuvo ocasiones para haberse llevado el triunfo. La falta de puntería fue, una vez más, el peor enemigo para un equipo que parece haber recuperado algo de energía para competir.
Desde el inicio se vio al Cádiz enchufado y con la firme intención de ponerse por delante. Quería matar fantasmas a martillazos y para ello se empleaba con esa intensidad que faltó otros días. Recuperaba el balón con rapidez y hacía hincapié por las bandas, sobre todo a través del recuperado Salvi.
El efecto inicial se fue mitigando con el paso de los minutos y el Rayo, poco a poco, empezó a frenar al equipo cadista, aunque sin llegar a la portería de Cifuentes. A los 20 minutos el dominio de los visitantes ya era absoluto, con un juego de mucho toque en el que intervenían con frecuencia Beltrán, Unai y Santi, y siempre con el peligro de gente de calidad como Embarba o Trejo.
El Cádiz, no obstante, sabía que perder la pelota no tenía por qué ser sinónimo de perder el partido. En el minuto 21, Álvaro García reclamó penalti en una jugada en la que Álex Fernández le metió un buen pase a su perfil derecho. Su falta de decisión para lanzar propició que un defensa se le cruzara.
Esto animó un poco a los amarillos, que acto seguido dieron el susto con un remate al larguero de Salvi. Menos posesión y menor sensación de control, pero siempre con esa capacidad para hacer daño al rival. El equipo llegaba con relativa facilidad a los tres cuartos, pero Álvaro García no tenía el día en los centros y varias acciones se perdieron por su falta de acierto.
Las cosas no estaban muy claras a pesar del empate y, para colmo, se lesionó Abdullah y tuvo que pedir el cambio. Era un partido de poco ritmo, de muchos parones y que no se estaba desarrollando dentro del guión esperado por el cadismo. Pudo adelantarse a través de Barral, que se plantó delante de Alberto tras un buen robo de balón, pero se entretuvo demasiado y no llegó a disparar.
Fue el Cádiz quien se acercó en más ocasiones a la portería rival y con mayor peligro, pero su ingenuidad era evidente. Por suerte, De Tomás y Embarba tampoco parecían tener su día y se llegó a descanso con empate sin goles.
Era irritante no ganar por la falta de puntería y el equipo siguió enfadando a su afición con errores groseros. Tras una recuperación, Perea dejó solo a Álvaro delante de Alberto, pero tras dribarlo lanzó fuera con la portería vacía, aunque algo escorado. Habían sido varias ocasiones muy claras y existía en el ambiente el miedo de que al final se terminara pagando.
El Rayo no aparecía y el reloj avanzaba, con la consiguiente angustia para un equipo que estaba siendo mejor, pero que no lograba ponerse por delante. Cervera daba entrada a Carrillo por Barral y creía el miedo propio de un equipo al que le cuesta mucho sacar adelante los partidos.
La afición se dio cuenta de que el equipo necesita un impulso y metió una marcha más en su animación. La victoria estaba a un paso y podía llegar, pero siempre faltaba un buen último pase o, en la mayoría de las ocasiones, un buen remate. Carrillo tuvo una buena ocasión en el minuto 67, pero le salió un disparo muy centrado.
El partido llegó al último cuarto de hora con todo en el aire. El Rayo había recuperado la posesión y al Cádiz empezaban a faltarle fe y piernas. Al Rayo se le anuló un gol por fuera de juego que cortó el cuerpo a más de uno de los presentes, que a cinco minutos del final posiblemente ya daban por bueno el empate.
Una vez más, el equipo llegó al tramo final muy justo de fuerzas y no era capaz de dar dos pases seguidos. Fue un final de mucho nervio y de poco fútbol. Lo mejor lo había dado antes, pero perdona en exceso y así no hay manera.
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