La pedrada
La Platea de Juanma G. Anes
(Huelva Información)
Todos tenemos una pedrada dada (y el que no lo reconozca sufre un serio problema) y como el que aquí escribe pocas veces se sintió más orgulloso e identificado con su equipo que cuando Caparrós estuvo al mando, la mía es que me saca de quicio eso de que un Decano cortito y con sifón se vea casi siempre desbordado no ya en calidad, que es hasta lógico en los tiempos que corren, sino en intensidad, lucha, viveza. ¿Por qué no se sale a morder siempre? ¿Por qué eso sólo lo vimos los últimos partidos del pasado curso cuando la salvación era imposible? ¿Por qué sólo se sube de marcha y se va a tumba abierta con sangre en los ojos, cuando vamos 0-2, como el pasado domingo? ¿Está prohibido hacerlo desde el minuto uno? ¿Tan bicho raro era Pavón, que consiguió insuflar garra hasta al que cortaba el césped?
Decía Toledano (y no niego que tenga razón) que, a falta de dinero, para atraer futbolistas al Decano se ponía como cebo lo que significa el escudo… aunque se ve que con los delanteros pretendidos eso no ha dado resultado. Pues si este escudo tiene que imponer, que se empiece desde el túnel de vestuarios, porque extraña que se juegue ante un filial y que los niños parezcamos nosotros. En garra, en parar el partido cuando se debe, en meter presión al trencilla… Sin ser el Dream Team, los sevillanos nos pasaron por encima en todo. Sí, que si el árbitro y lo que queramos pero, a estas alturas, usar siempre excusas no cuela.
Mira que uno trata no ya de hacer la vista gorda, porque es imposible hacerla con todo lo que hay encima (Roncal desaparecido, inversores desconocidos, fichajes que nunca llegan, acuerdos que no se cierran, impagos que perduran, escudos que no se cambian pese a suplicarlo el personal, otro petardazo en la Copa…), pero se intenta ilusionar pese a todo con poquito que se nos da arriba –por ejemplo, el ver a Benjamín al frente, que es todo un señor- o sobre el césped que, al fin y al cabo, la pelota manda. Pero ni por esas. Ni dos alegrías seguidas nos echamos a la cara desde hace años. Quizás esté equivocado y todo sea fruto de mi pedrada. Seguro... aunque me consuela ver que hay por ahí quien justifica que insultar un himno es muchísimo menos importante que silbar a un defensa graciosete, cínico, maleducado y que reniega del escudo que lleva en el pecho. Esa pedrada sí que no tiene arreglo.