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Al Barcelona se le han puesto las cosas bastante difíciles en la UEFA Champions League. Su deber era ganar en Milán para estar algo más tranquilos de cara a la vuelta de la fase de grupos. Pero el Inter aprovechó una ocasión que tuvo para ponerse por delante en el marcador y defendió el resultado hasta el final del encuentro. Aunque hubo una acción que pudo haber cambiado el destino del partido y que el árbitro ignoró.
El plan de Xavi se cumplió desde el principio, controlando la posesión del balón y dificultando la salida del Inter. Los italianos no estaban cómodos y lo único a lo que aspiraban era a que algún contraataque tuviera éxito. Pero el Barcelona estaba impidiendo cualquier reacción con una gran presión tras pérdida. Los planes salían, pero pronto se iban a torcer.
Con un penalti no pitado por fuera de juego y un gol anulado por la misma razón, la afición y el equipo del Inter despertaron. Los hombres de Inzaghi tuvieron algo más el balón en campo contrario y eso fue clave para que antes del descanso Çalhanoglu hiciera el primer gol del partido. Un jarro de agua fría para el Barça, que había dominado toda la primera mitad y que no se explicaba cómo iba perdiendo.
El Barcelona siguió encerrando al Inter hasta que llegaron dos acciones clave. La primera, un gol de Pedri que el colegiado finalmente anula por mano previa de Ansu Fati. Pero más tarde, el árbitro no señaló una mano de Dumfries dentro del área que hubiera supuesto un penalti a favor del Barcelona. Una diferencia de criterio que Xavi no entendió y que enfurecieron a todo el equipo.
En lo que respecta al resultado, el Barça ahora tiene una obligación de ganar su próximo partido de Champions si quiere estar presente en la siguiente fase de octavos.