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El Real Madrid vivía de nuevo la oportunidad de estar en una final de la Champions League. Pero el problema que tenía era que el Manchester City era su obstáculo. Y no solo eso, sino que además debían ganar a los de Guardiola en su propio campo. Todo parecía una odisea muy difícil de cumplir, aunque el Real Madrid no conoce de retos imposibles. Para evitar una catástrofe como la del año pasado, el City salió a por todas desde el principio.
El dominio fue aplastante. Los locales no solo se limitaron a mover el balón, sino que lo distribuían con tanta rapidez y eficacia que hacía inútil cualquier esfuerzo del conjunto blanco. El Real Madrid apenas tuvo posesión de balón ya que la alta presión de los citizens no les permitía mantener nada de control. Y con esta situación, no iba a tardar en llegar el primer golpe del encuentro.
Bernardo Silva marcó el primer gol de la noche en una gran jugada combinada del City en el ecuador de la primera mitad. Si el Manchester City había tardado tanto para marcar fue por culpa de Courtois, que hizo increíbles paradas que salvaron al Madrid de goles claros de Haaland. Pero Bernardo Silva no perdonó y también se encargó de marcar el segundo gol de cabeza. El 2-0 parecía una odisea, pero había cierto rayo de esperanza.
El Madrid salió algo mejor en la segunda parte, pero en todo momento el City tuvo controlado el resultado. Para más inri, Militao marcó en propia puerta y sentenció cualquier atisbo de posibilidad de remontada. Con un Madrid ya vencido, Julián Álvarez marcó el cuarto y último gol justo antes del pitido final. Guardiola fulminó a un Real Madrid que no ejecutó un buen plan y la temporada de los blancos se acabó ahí.