Con las bajas de Kuksiks, por los ucranianos, y de Roger Grimau, por los MIB, se presentaban a la batalla los dos equipos que mejor rebotean en esta segunda competición continental. Fue Fran Pilepic la gran novedad en el quinteto vizcaíno entrando en lugar del tocado Kostas Vasileiadis; y lo cierto es que el partido empezó vivo, con mucho ritmo, defensa zonal en los dorados, y un matazo salvaje de Lamont Hamilton.
Ya de entrada se vió que Malcom Delaney era el hombre a seguir, ya que el escolta de Baltimore anotaba nada menos que los ocho primeros puntos de los ucranianos. Y 13 puntos llevaron su firma en el primer acto dando una primera ventaja a sus huestes de 12-6, lo que provocó el pase a una zona 2-3 intentando proteger el aro vasco.
Los ataques superaban cómodamente a las defensas y los porcentajes eran muy elevados por ambas partes, así que con un puntito más de agresividad en su juego los de Katsikaris lograban igualar a 12, liderados por un inspirado Alex Mumbrú. Sin embargo fue la salida enrabietada de Kostas a cancha, con tres canastas consecutivas marca de la casa, la que permitía cerrar el cuarto de manera favorable con un igualado 19-20.
Un parcial de 6-0 de arranque hizo vibrar a la grada local ante las pérdidas de los de Miribilla, con un Hamilton especialmente emperrado en ese momento en fallar mates ante un rival con 8 'tios' de más de dos metros enfrente, y un par de torres bajo el aro que ni la de Iberdrola.
Hubo, por tanto, que agarrarse a tirar de fuera, y un triple de Kostas y otro de Zisis (para un global acertado del equipo de 4/8) permitió a los bilbaínos ponerse delante en el marcador 32-33. Pero Delaney, lejos de ceder, mantenía la mano caliente y no dudaba incluso en ir al choque penetrando hasta la cocina en busca de recaudar 2+1, lo que le permitió llegar al descanso con 19 puntos. Su compatriota Lions, necesitó, por contra, 18 minutos para poder meter sus primeros puntos, lo que sin duda fue una alegría, ya que atrás se les dejó funcionar bastante relajados.
A la espera de una mayor intensidad defensiva se cerraba la primera parte con un triple sobre la bocina de Mumbrú, el sexto del equipo de negro, lo que les daba una ligera ventaja sobre los de Ainars Bagatskis (44-48). La eliminatoria estaba en su sitio correcto, y lo visto sobre el parquet lejos de asustar despertaba el apetito por volverse a Bilbao incluso con una victoria.
A la vuelta de vestuarios era clave mantener la sangre fría porque los ucranianos tenían que jugársela ante una parroquia de lo más animada frente al estereotipo habitual de las gradas del este. Será igual que la gozaban con las chaquetillas toreras de sus cheerleaders, que por cierto eran más kitsch que Chiquito de la Calzada, y hasta bajaron a bailar con ellas en un parón.
En lo deportivo ambas escuadras intercambiaban canastas, y gracias a que había dos en pie, porque Lamont el 'destructor' hizo algún mate que amenazó con un nuevo Chernobyl a la zona. Que mala bestia el de NY cuando se pone a ello, ojalá siempre sacará esa garra que diría Jose Luis Moreno.
Kostas y Raül hicieron enmudecer a la tribuna del Palace poniendo una ventaja de +14, colocando el choque a punto de caramelo y dejando a los de Kiev con un bajón anímico importante. Solo Delaney mantenía el tipo con sus 26 puntos, mientras que los MIB tiraban más de una sinfonía coral repartiendo mucho la anotación rumbo al subidón final. El tercer cuarto se cerraba 61-71 con un 17-23 de parcial que dejaba claro que los chicos de Katsikaris se habían puesto serios.
Parece que luego los árbitros optaron por coger protagonismo porque llovían faltas mientras que auténticos garrotazos pasaron sorprendentemente sin castigo. Pero el que se puso las botas fue Hamilton, ya en pleno zafarrancho interior, quien no paraba de sacar tajada bajo el aro cual tiburón, dentellada a dentellada, con un alto acierto en los tiros libres para irse hasta los 25 puntos.
Y que conste que los de Bagatskis no bajaron la correa y poco a poco ayudados por la siesta bilbaína fueron comiendo la ventaja para ponerse escasamente a (73-78). Bastó un toque de corneta para retomar el pulso y llegar al final 83-93 dejando la eliminatoria vista para sentencia y los cálculos en marcha para poder ir a Charleroi a acompañar el equipo a la primera final europea del Bilbao Basket.
Estadística oficial del partido.