Málaga vibra de nuevo con el Unicaja, que ha reconquistado a una ciudad que le había vuelto la espalda, seguramente de manera merecida por cómo se habían hecho las cosas, no sólo en la pista. Pero noches como las de martes sirven para recomponer hilos rotos. El básket vuelve a ser motivo de conversación en los bares, rebasa el mundillo, que cada vez era más reducido, de las canastas. La victoria ante el Madrid abre periódicos y llena informativos locales. Granger, Fran o Suárez empiezan a trascender más allá de los entendidos. Y ése es el mejor síntoma de que está pegando de nuevo.
Mañana el Carpena reventará otra vez, la fiebre es imparable y durará, seguro, hasta que caiga eliminado el equipo. El reto es que esto no sea un espejismo y que el reenganche dure también de octubre a abril. Plaza y sus chicos se merecen una oportunidad.