El himno de Pablo López sonó con más fuerza que nunca lejos del Carpena. El Gran Canaria Arena se convirtió en una fiesta verde tras el triunfo del Unicaja ante el Bilbao Basket en los cuartos de final de la Copa del Rey. Los aficionados cajistas desplazados, al final más de 300, disfraron de lo lindo y ya piensan en las semifinales ante el Barcelona y, por qué no, sueñan con la final.