Álex Gómez, socio de Dominion Bilbao Basket , ha hecho realidad poder conjugar dos de sus grandes pasiones: el basket y su afán por ayudar a los niños más favorecidos, llevando hasta una alejada aldea de Tanzania el deporte de la canasta y el efecto Miribilla. Esta pequeña historia de solidaridad la ha desvelado este sábado el club bilbaíno, que ha sido parte activa de esta iniciativa.
A través de una página web de voluntariado, Álex contactó con la ONG tanzana 'Help the Orphans'. "Se trata de una ONG pequeña que montó Joseph Mbwaga, un chico que había vivido en la calle. Su intención era construir un orfanato" explica.
Su misión era ayudar, pero sin dejar de lado el basket. Antes de partir contactó con Sergio Sánchez, de la Fundación Bilbao Basket, para pedir ropa de juego del equipo. Sergio respondió a la petición e hizo posible que las equipaciones partieran con su equipaje.
Al llegar a Tanzania Álex fue testigo de los principales problemas. A diferencia de otros países subsaharianos no es el hambre el principal problema. "Hay desinformación en torno al sida. Intentamos hacer unas charlas para hablarles de la enfermedad e intentar hacer test, porque allí no saben siquiera si son portadores. Ni los niños ni los mayores".
La corrupción es otro de los grandes obstáculos. "Intenté ayudar a Joseph a pedir subvenciones. Con lo que gana en la tienda en la que trabaja puede estar 10 años para construir el orfanato. En Tanzania hay mucha corrupción, todo se consigue con dinero, y si no tienes dinero no tienes nada que hacer. Es muy difícil acceder a las subvenciones".
La última gran lacra es la formación de los menores. "La educación es obligatoria hasta los 7 años. A partir de ahí hay que pagar, por lo que en el pueblo en el que estuve solo acceden a la educación secundaria el 10% de los niños. Las familias no tienen dinero. Las niñas trabajan en casa, y los niños en el campo".
La idea de Álex era organizar unos días de baloncesto en una zona donde apenas está extendido para que los niños pudieran desconectar de la dura realidad en la que viven. "Ellos sabían que existía el baloncesto, pero allí se juega al fútbol". Primero lo intentó en el pueblo de Kibaha, pero su plan no prosperó. "Llegué con un balón y se marcharon al de cinco minutos para jugar a fútbol", explica.
Lo consiguió en la aldea de Igamba, donde los niños se implicaron y tirando de ingenio colaboraron en la construcción del campo. "Las canasta las hicieron los chavales con un tronco, una chapa que usan para los tejados que hizo de tablero y la rueda de una bici para simular el aro. Las líneas del campo las hicimos con un machete". A falta de una cancha la alternativa era jugar al aire libre. "Como era la época seca la tierra estaba muy dura y el balón botaba".
Convencer a las niñas fue más complicado. "Mi idea era hacer un par de equipos, de chicos y de chicas, pero sólo se animó una chica. Les expliqué las normas, pero las adaptaron a su manera". Se puede decir que Álex volvió a los orígenes del basket, cuando la canasta era una cesta de melocotones.
Además de la práctica también quiso contar a los chavales algo de teoría. "Les hablé de Bilbao y del Bilbao Basket; también del Athletic Club por el interés que tienen en el fútbol".
Tras permanecer un mes en el país africano, Álex volvió a Bilbao con un puñado de ideas de las que no ocupan equipaje. "A la ida tienes la intención de ayudar, y cuando regresas te das cuenta de que has aprendido más de ellos que ellos de ti. Tienen muy poco, pero saben aprovecharlo", asegura.
Ahora el objetivo de Álex, delineante de profesión, es pasar a 3D el dibujo que realizó del orfanato para poder pedir subvenciones en el Gobierno vasco. Se plantea regresar en un futuro. "Me gustaría volver dentro de un par de años. Sigo en contacto con el chico de la ONG. Si el orfanato va un poquito más rápido igual vuelvo antes". Y aprovecha para hacer una petición. "Me gustaría llevar allí una canasta de verdad".
Puedes colaborar con Help The Orphans Foundation desde su página web