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Risacher: "La afición del Unicaja es increíble, nunca había visto algo así"

Risacher, con el Unicaja.
ACB

Pocos peros que poner a los seis años que pasó Stephane Risacher en España, cuatro en Málaga y dos en Murcia. Llegó ya con 30, siendo un jugador maduro que ya no era tan explosivo como en el inicio de su carrera, pero realmente sabía moverse sobre la pista y trabajar para sí mismo, pero también para sus compañeros. Una pieza muy práctica siempre, al tiempo que con toda esa imprevisible elegancia que da ser zurdo, en dos perfiles de equipos distintos: el ‘grande’ y el aspirante a la permanencia.

Risacher, con aquellas espectaculares rastas, fue desde muy joven un aspirante a estrella del basket galo, dentro de una brillante generación de jugadores. A él le tocó la exagerada etiqueta de ‘Toni Kukoc’ francés. Su salto a la fama definitivo lo consiguió en París, donde estuvo cinco temporadas. Con un año de transición en el Pau Orthez, en el 2000 firmó un gran contrato con el Olympiacos justo después de conseguir la plata olímpica en Sydney-2000 (fue 123 veces internacional absoluto). Era un comunitario cotizadísimo con su figura elegante (2,03), sobre todo diseñada para jugar como alero, aunque también ayudar bajo los tableros.
Unicaja y Boza Maljkovic vieron en él un salto de calidad importante en el 2002, un periodo dorado que se culminó en el 2005 con la Copa del Rey y en el 2006 con la única Liga malagueña, cuando formó una fantástica pareja de ‘treses’ con Walter Herrmann. Su mejor año a nivel individual fue el primero (10,7 puntos y 3,2 rebotes), pero en el resto echó una mano en lo que se le pidió. En el último descendió hasta los 4,2 y 1,5, pero todavía le quedaba calidad como para hacer más tiros en un equipo menos exigente. Lo encontró en Murcia, donde alcanzó los 10,4 y 4,3 el primer año y 7,9 y 1,9 el segundo ¡ya con 36 años! El club consiguió la permanencia en ambas de forma holgada y él se marchó de España con 226 encuentros (7,8 y 2,5 en 20 minutos de media).
Siempre se le vio a gusto en España, sobre todo en Málaga y con su afición. “Nunca en mi vida había visto algo así. Grecia es algo especial, la gente vive los partidos muy intensamente, pero lo de la afición de Málaga es realmente increíble. Su apoyo nos hace jugar cada partido con una especial motivación. Quizá lo único parecido que he visto en mi carrera lo viví en Pau, con una afición espectacular, aunque no creo que ninguna pueda compararse a la de Unicaja”, comentaba.
Aún le daría para dos temporadas más en rendimiento similar en el Chalón de su país, donde se retiró en el 2010 para empezar una carrera muy relacionada con el baloncesto, ejerciendo como agente de jugadores en la misma empresa que llevó sus asuntos durante gran parte de su carrera. “Me gusta compartir mi experiencia con los demás. Ser representante me da cierta libertad y me permite estar cerca de casa. He jugado por todo el mundo durante 21 años, así es que puedo dar consejos”, comentaba cuando fue homenajeado por la federación de su país. “El futuro de cada jugador depende de lo que hagan en el campo. Mi objetivo es apoyarles y ayudarles a tener éxito”, añadía. Ha llevado los asunto de importantes estrellas de su país como Nando de Colo o Joffrey Lauvergne.

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