La situación del Unicaja no es calamitosa. Está vivo en las tres competiciones, a un triunfo del tercero en la Liga Endesa, probablemente a una victoria de los cuartos de final de la Eurocup y en los cuartos de final de la Copa del Rey. Pero nadie se lleva a engaño y la línea del equipo no es sólida, se adivinan grietas deportivas probablemente irresolubles en lo que queda de temporada. Y la derrota de Valencia ha hecho pupa.
Las miras señalan a Joan Plaza. Sus rotaciones son muchas veces incomprensibles, su apuesta por jugadores de confianza como Oliver Lafayette o Jamar Smith desquicia y hay un evidente desgaste en su cuatro temporadas que ha generado ya algunos pitos. El mensaje ilusionante y ambicioso con el que llegó a Málaga y logró cambiar una inercia tremendamente negativa, con dos años de grandes resultados, se ha tornado en una constante justificación de los problemas, en clichés que suenan repetidos y en un mensaje conformista. El intento de cambio en la filosofía de juego, intento de que fuera más y ofensivo y más alegre, ha despojado de la identidad que podía haber en años anterior.
Darle a Plaza todo el foco es ideal para el Consejo de Administración, que le dio poder máximo al entrenador para confeccionar la plantilla (cambió un director deportivo, Manolo Rubia, por un secretario técnico, Carlos Jiménez) progresivamente año tras año más, culminando con la caprichosa decisión de prescindir de Markovic, por ejemplo. Plaza fue el cambio y también el escudo para despejar problemas. Se ha desgastado la plataforma. Toca asumir errores. Se ha movido el club con el fichaje de Omic. Pero es evidente que hay una carencia en la dirección de juego galopante, sólo Alberto Díaz ofrece un nivel digno en esa posición. Y cuando se vaya Plaza los problemas estructurales, de club, persistirán. Por más que si la pelota entra los problemas se evaporan, es más fácil aguantar vaivenes con solidez.
Los jugadores, algunos despojados de confianza por parte del entrenador, no se pueden librar. Que las críticas vayan hacia el entrenador es una buena tapadera para ellos. Por más que haya desequilibrios en la plantilla, tiene caché y calidad para ser más digna y no aguantar una tunda como la de Valencia.
Vienen dos partidos críticos para la temporada, las visitas de Fuenlabrada y Alba al Carpena. El de la Eurocup más trascendental, pero sobre todo desde el punto de vista mental.