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El balance más íntimo de Plaza

ElDesmarque

Joan Plaza ha hecho balance de la temporada del Unicaja a través de su página web. Una vez pasadas varias semanas tras el final de curso, el entrenador catalán ha querido explicar su visión sobre la histórica campaña del conjunto cajista. El texto íntegro:

Desde hace años, alguien me aconsejó anotar inmediatamente y en cuanto acabara el último partido, sin apenas haber llegado tan siquiera a la Rueda de Prensa con los Medios de Comunicación, las primeras sensaciones del partido y de la temporada. A modo de expulsar las primerísimas y más frescas impresiones sobre lo que funcionó bien y mal, las cosas que hubieras querido añadir, ajustar o evitar para, eso sí, posteriormente, y ya con el poso de los días y las distintas opiniones de tu Staff técnico, darle forma y sentido a toda una reflexión que te ayudará para las siguientes temporadas.
Así pues y siguiendo ese consejo (¡procuro ser una esponja con patas!), empecé a anotar sobre sistemas, jugadores, cargas, viajes, relaciones, periodistas, directivos, público, etc…, y es hoy que voy, una vez más, montado sobre un avión que me lleva a dar el único Clínic presencial de esta post-temporada a Belgrado, tierra de baloncesto donde las haya, que recojo todas esas reflexiones para mí y para quienes quieran saber cómo viví esta temporada 2016/17.
A grandes rasgos, ha sido una temporada excitante donde tras haber salido por la puerta falsa el año anterior de la mayor competición europea y la segunda más importante tras la NBA, y que hay en el mundo de la canasta, logramos volver a ella por nuestros propios méritos deportivos, en la cancha y de tú a tú, como deben resolverse estas cuestiones. No es nada, nada fácil hacer lo que hicimos entre todos y tiene un valor que quizá valoremos mucho más adelante…
Pero, en cualquier caso, volvamos al inicio. La confección del equipo el verano pasado fue clave para conseguir hacer una temporada como la que hicimos. Procurar, dentro de nuestras limitaciones económicas, estructurar un equipo que había perdido uno de los grandes alicientes para todo aquel que juega en Europa, como es dejar de jugar la Euroleague, era un hándicap importante a la hora de fichar. A pesar de ello, logramos convencer a varios jugadores para que confiaran en nosotros y optaran por ayudarse y ayudarnos a crecer juntos, en pos de un reto colosal. Tener la diversidad adecuada en cada posición era el objetivo (experiencia-juventud, talento-consistencia, altura-físico, etc.) y acabamos contentos de ello. De hecho, os confieso que en ese “tercer grado” (es broma) al que te someten los directivos a principio de temporada durante un almuerzo, me atreví a transmitirles mi confianza en el grupo que habíamos compuesto y les aventuré que alguna cosa bonita iba a ocurrir.
Pero ya la pretemporada nos traía el primer gran disgusto, con la imposibilidad de seguir con uno de mis fichajes favoritos, como era Mbakwe. Recuerdo como se gestionó el fichaje en julio y como de contento estaba yo tras haber hablado con él. Habíamos dado en el blanco y él nos iba a dar un salto de calidad complementándose con Musli. Pero no fue así, y su salida fue un duro golpe en la línea de flotación del equipo. Ello nos debería llegar a replantear el protocolo a seguir en la incorporación de nuevos jugadores en un futuro, para que no vuelva a darse de nuevo una situación como esta. A pesar de ello, el equipo y como si de una cooperativa se tratara, redistribuyó las responsabilidades e iniciamos, a la espera de encontrar quien le reemplazara, una temporada ya en los dos frentes de la ACB y la Eurocup.
Cada año, dentro del vestuario y tras unas semanas de conocernos los unos a los otros, nos reunimos los jugadores y el staff técnico, para establecer cuáles deben ser los objetivos que nos proponemos de un modo racional y por tanto, alejandonos de utópicas predicciones de quienes nos rodean, idealizan o banalizan por igual. Es evidente que es muy difícil analizar todo y cuanto nos sucederá a nosotros y a nuestros rivales durante 10 meses, pero el trabajo de mis ayudantes, ubicándolos con estadísticas, plantillas o presupuestos propios y de quienes deben competir contra nosotros, ayuda a hacernos una idea de lo complejo de esos vaticinios.
La temporada empezó y el equipo se mostró estable emocionalmente. Lográbamos plasmar sobre el parquet algunas de las propuestas técnicas y tácticas que nos habíamos planteado para esta temporada y que, en base a las características de los jugadores, diferían de las anteriores. El Presidente a través de su Secretario Técnico, nos autorizó a incorporar a N’Diaye en la posición de pívot y también Juanjo nos ayudaba a subsanar la falta de elementos para entrenar. La imposibilidad de contar con ningún jugador de las categorías inferiores, por sus estudios y por el gran salto que supone la categoría junior respecto a la ACB, era un paso atrás en relación a temporadas anteriores, cuestión está que debería llevarnos a recapacitar e intentar subsanarlo en siguientes años.
Nunca el equipo se alejó de las posiciones de cabeza, tanto en la competición doméstica como en la europea, aunque claro, todos quisiéramos más. Hay una reflexión que debemos poner sobre el tapete y que, en absoluto, nos exime de dar lo mejor de nosotros mismos cada día. Hoy por hoy, Unicaja es el quinto presupuesto en España y fue el quinto en la Eurocup de la temporada que acabamos de finalizar (Lokomotiv, Bayern, Valencia, Khimki, al menos, estaban por delante), y hace pocos días nos dijeron que seriamos el decimocuarto en la Euroleague del año que viene. Eso nos debe llevar a todos los que queremos lo mejor para nuestro club (directivos, periodistas, aficionados y a todos los que componemos el equipo) a no sobreestimarnos, ni a faltarnos al respeto con inconsistentes quimeras que van a generar una frustración al más mínimo bache que encontremos en nuestra ruta durante el año. ¿Es posible perder en canchas de equipos que tan siquiera juegan competiciones europeas o luchan por no descender? Por supuesto que sí, y quien crea y opine lo contrario es un iluso y pierde toda credibilidad. Los equipos con mejores y más largas plantillas, y con los mejores y más sofisticados medios de transporte de Europa…, PIERDEN, a nadie le gusta, pero pierden y, reconozcámoslo, nosotros no tenemos esa disponibilidad económica. Dando por supuesto errores míos (que lleven a unos cuantos a silbar) o de los jugadores, cuesta entender que no se asuma la dificultad física y mental que implica tener que jugar a veces 48 horas después de haber jugador en Krasnodar, S. Petersburgo, Munich…, o tras haber ganado una semana antes al Real Madrid en nuestra cancha del Martín Carpena. El equipo mantuvo la calma, sin descomponernos y con la vista fijada en los objetivos que nos habíamos propuesto.
Diciembre y enero nos trajeron buenas y malas noticias…, la baja de Nedovic por dos meses nos asustó a todos, pero ahí otra vez los jugadores “sanos” y siempre comprometidos, dieron un paso adelante y subsanaron la peligrosa lesión de nuestro escolta. Por otro lado, se abrió la posibilidad de conseguir la cesión de Omic quien vendría a sustituir a N’Diaye. Venía de jugar muy poco y con otros hábitos de trabajo y por ello no podíamos esperar una contribución inmediata y real al juego del equipo, pero su aportación dentro del vestuario fue…, espectacular. Con ambas vicisitudes nos presentamos en una Copa del Rey en la que no fuimos lo consistentes que nos hubiera gustado y una serie de errores infantiles que nos hubieran permitido “romper” el partido a nuestro favor, permitieron que el malherido F.C.Barcelona, de la mano de un inspiradísimo Erickson y uno de los mejores partidos de Tomic, nos atrapara y ganara finalmente, y nos dejara a todos una agria sensación de insatisfacción. Debo decir anecdóticamente, que por aquellas fechas ya me había decidido a recuperar mi identificativa barba, pero no llegaba a tenerla en condiciones para ese partido y me afeité el mismo día del partido…, craso error, pensaran algunos, sobretodo viendo la racha que tuvimos tras ese encuentro.
Empezaba la fase clave en la Eurocup. El equipo, cada día más ensamblado, llegaba sin miedo a los peligrosos cruces. Bayern nos había ganado ya dos veces, pero nos mentalizamos muy bien en ese tramo de temporada. Asumir una más que posible derrota en Munich entraba en nuestros escenarios, pero siempre compitiendo y demostrando que ya estábamos más cerca de ganarlos que las dos veces anteriores. El Carpena (siempre nuestro Carpena) nos dio alas en el segundo encuentro y los ojos de los jugadores derramaban sangre antes de ese ya famoso tercer partido en la capital bávara (1-2). La alegría de mis jugadores y staff, junto a un pequeñísimo grupo de personas que nos acompañaron, fue inolvidable. La cena posterior fue una comunión de mezclaba valentía y compromiso de llegar MUY lejos en esta competición.
Lokomotiv sufrió esa extraordinaria dinámica que nos habíamos contagiado unos a otros y que nos daba alas para creer en nuestra invulnerabilidad, y ese 0-2 con un Carpena borracho de alegría y con 5.000 barbas en sus gradas, solo hacían que excitarnos más y más. Estábamos en la Final y cargados de fe en nosotros mismos, nos presentamos ante un Valencia que nos había ganado ya cuatro veces.
Otra vez, visualizar una más que factible derrota en La Fonteta, fue, a mi entender, clave. Acompañados por una pequeña “tribu” de 50 boquerones que se hicieron 16 horas de autobús, perdimos por quinta vez, pero ya mostramos que llevábamos las “uñas” afiladas. El Carpena (¡quiero un pedazo del parquet!!!) puso las tablas a la eliminatoria, en un clima de alegría y entusiasmo brutal, que sin duda nos cargó las baterías antes de salir para enfrentarnos a nuestro peor rival de esta temporada. Un chárter puesto por el club (GRACIAS) generó aún más, si cabe esa sensación de irreductibles antes de la última batalla. Amigos, socios, familias, directivos, periodistas y equipo, junto a otra camada de indestructibles que volvían a venir a Valencia en autobús, eran el preámbulo de un partido épico y que no olvidaremos quienes allí estuvimos, quienes vinieron al pabellón aquí en Málaga a sufrirlo en las pantallas y todos aquellos que se dejaron sus úlceras a punto de caramelo viendo el partido. Ese último cuarto sin el lesionado, ya días atrás, Musli, con Omic expulsado y con varios jugadores bloqueados “positivamente” por la importancia del partido y la dureza de una competición que nos había obligado a jugar casi cada tres días desde hacía más de un mes, exigió sacar fuerzas de allí donde parecía que no quedaban, hasta finalmente conseguir ese histórico 1-2 y la consiguiente clasificación para la Euroleague.
No voy a resaltar a ningún jugador, el EQUIPO mostró una fe, una convicción y un deseo, como pocas veces he visto en mi larga carrera como entrenador. Me saco el sombrero ante mis jugadores y staff. Ser com-pe-ti-ti-vos fue la primera exigencia que nos impusimos en agosto y a eso le añadimos “morir” (como peor escenario) en el tercer partido y en el último cuarto de esa Final y…, vaya si lo hicimos. El resto ya lo sabéis. La explosión de júbilo, las lágrimas de alegría, la sensación de felicidad fue indescriptible. La comunión entre cuantos habían venido en el avión, entre los que lo habían hecho en autocar, entre los que nos esperaron hasta las 04.00h. de la madrugada en el aeropuerto, entre los que nos acompañaron en la rúa por las calles de nuestra ciudad al día siguiente…, fue impagable. ¡Vale la pena vivir una vida entera por momentos como estos! Una íntima sensación de haber saldado cuentas con todos aquellos que confiaron en mi hace cuatro años, con quienes me apoyan a las buenas y a las maduras, y sobretodo, conmigo mismo, me sobrevino inmediatamente. No hay cosa que me haga sentir mejor, que ver a mi entorno estallar de felicidad y saber que yo haya contribuido un poco a todo ello.
A partir de ahí, se abría otro frente. Cuando uno de los más importantes propósitos de la temporada se ha conseguido y…, de la forma en que se consiguió, el problema es ¿Cómo mantenemos la tensión para los partidos restantes? Toda subida de adrenalina, implica una caída ¿Cuándo? ¿Dónde? Tuve una larga conversación con los jugadores al respecto y lo entendieron perfectamente. Ganamos el primer partido en Santiago y así hasta 12 de los 14 partidos posteriores a la Final. Un horrible partido contra el Barça en el Palau, fue el único lunar en este periodo, junto a la lesión de Wackzinski en el último partido de la Fase Regular.
Empezábamos contra la gran sorpresa de la temporada junto al Andorra, el Tenerife campeón de la nueva FIBA Champions. Otra vez el club a través estuvo preparado, y logramos traernos a Eyenga para esa fase final, quien a su vez tuvo una puesta en escena espectacular, lo que nos ayudó a ganar ese siempre difícil primer partido en casa, en una serie tan corta a tres partidos. Hay que resaltar que nunca se dio en la historia de la ACB, que todas las eliminatorias se empataran y llegaran al tercer partido. Una vez más, nuestra guarida, ya engalanada con una banderola del título de la Eurocup en el techo y que lucía junto a los otros títulos memorables de la historia de este club, nos llevó en volandas hasta las Semifinales de la liga. Antes de empezar la difícil serie contra el Real Madrid, ya declaré que llegábamos “justitos” de fuerzas y energía. A pesar de ello, hicimos un gran primer partido, donde tan solo pequeños detalles nuestros y la antológica aparición de Sergi Llull, evitó que ganáramos. No así el segundo partido, donde una reacción furibunda encabezada por Carrol, selló el partido en nuestra contra al final del segundo cuarto. Volvimos a Málaga sabedores de la dificultad, pero a pesar de la baja de Omic, queríamos llevar la serie a un cuarto partido…, pero tras 33 minutos ganando, acabamos perdiendo de 3 puntos. La reacción del público obligando a mis jugadores a volver a salir a la pista, fue el contrapunto a la temporada.
Nos despedimos pocos días después, conscientes de la “machada” que habíamos hecho y orgullosos de haber vivido una temporada para la historia de Unicaja y la nuestra en particular. Me reuní con los jugadores para agradecerles la paciencia que tuvieron conmigo, para felicitarlos por su esfuerzo y compromiso, para disculparme de cualquier decisión que tomara en favor del equipo y para desearles lo mejor para su futuro, aquí o fuera aquí, con los que estábamos o con otros compañeros de viaje.
Gracias a todos en nombre del equipo y en el mío particular. Entre todos, todos, hemos logrado escribir una página importante en la historia de este club. Os felicito y os animo a seguir luchando por mejorar un poco más cada día. Ante nosotros tenemos un reto TREMENDO y no queremos vivir de rentas, no queremos conformarnos y sí pretendemos volver a luchar y dejar el nombre de Málaga y de Unicaja lo más alto posible. Para ello necesitamos llegar o superar los 9.000 socios, necesitamos demostrar que Má-la-ga no es menos que nadie (¿A santo de qué?), que llenaremos el pabellón en todos los partidos sean martes, jueves o viernes, sean sábado o domingo, sean lloviendo o con un partido de Champions por la tele, sean contra Fenerbahce o contra equipos recién ascendidos, sin excusas que valgan. A la par el club deberá redoblar esfuerzos para confeccionar el mejor equipo que nos podamos permitir, sin miedo a tomar decisiones siempre incómodas en pos de ese fenomenal desafío que se nos avecina. Yo, volveré a “dejarme la vida” dentro de mis imperfecciones, para no decepcionaros y representaros lo mejor que sepa, sacando lo mejor de mi fantástico staff y de los jugadores de los que disponga. ¡Os quiero!

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