En el día de hoy se cumplen 25 años del debut con la camiseta del Valencia Basket de un jugador que posteriormente se convertiría en la mayor leyenda de la historia de la entidad. El jugador con más temporadas de servicio (15). El hombre con más partidos disputados (643). El capitán que levantó los dos primeros títulos de la entidad, la Copa del Rey de 1998 y la ULEB Cup 2002-03. Valencia Basket celebra hoy sus bodas de plata con Víctor José Luengo Ciscar. Un idilio que a día de hoy se mantiene con el eterno capitán trabajando para el Club, aunque haya cambiado la camiseta de tirantes por el traje, y con su dorsal 15 colgando del techo del pabellón como recuerdo de una unión que puso en marcha el reloj un 29 de noviembre de 1992.
Aquel domingo fue el día más frío de aquel mes. El cielo amaneció gris, pero a diferencia de hoy, ese 29 de noviembre no llovió. A las 13:00 horas estaban citados en la Fonteta el Pamesa Valencia y el Marbella Joventut en encuentro correspondiente a la jornada 14 de la temporada 1992-93 de la Liga ACB. Un parcial inicial de 23-11 para los locales dio esperanzas a los 6.000 espectadores que se reunieron en el pabellón de la Avenida Hermanos Maristas. Pero Villacampa tenía otros planes. El equipo verdinegro ya ganaba por tres al descanso y cuando Tomás Jofresa se unió a la fiesta subiendo el ritmo del partido, el triunfo acabó cayendo del lado catalán por un marcador final de 80-94. Una victoria que permitía al Joventut mantenerse en segunda posición, a un partido de distancia del líder Real Madrid. Una derrota que hacía que Elosúa León, Taugrés y CAI Zaragoza se escaparan de un Pamesa que caía a la novena posición con un balance de 8-6.
Las crónicas de la época centraron sus focos en Jordi Villacampa, que a cuatro minutos del final ya miraba el partido desde el banquillo con 38 puntos anotados. Pero esa mañana de noviembre se produciría un hecho que la trayectoria posterior del interesado convertiría en histórico. Con el partido decantado, el entrenador Manu Moreno llama a un chaval de 18 años formado en las categorías inferiores del Club y que esa temporada alternaba su presencia en los entrenamientos del primer equipo azulejero con su participación en la segunda división con el C.B. Benaguasil. El propio Víctor Luengo recuerda cómo llegó a aquella mañana de hace 25 años: “Venía de no jugar, de una lesión dura, de no haber debutado todavía. Lo habían hecho César Alonso y J.J. Llamas pero yo todavía no lo había hecho y esperaba el momento. No sabía que aquel día iba a jugar, pasaban los partidos y yo pensaba que ya estaba preparado para hacerlo pero todavía no me habían dado la oportunidad de debutar con el primer equipo y tenía esas ansias y esas ganas de que fuera contra el Joventut. Y al final así fue”.
Con el dorsal 6 a la espalda, Luengo pidió el cambio por Indio Díaz y saltó por primera vez a la Fonteta como jugador del Pamesa Valencia. Lo haría para sacar de banda. Frente a él, defendiendo el saque, el hombre que estaba masacrando al Pamesa Valencia. El propio Luengo recuerda con claridad todo lo que pasó después: “Fue un momento muy emotivo. En mi casa, delante de mi afición y delante de mi ídolo. Villacampa y Epi eran mis ídolos e iba a debutar contra todo un Villacampa. Pitan una banda, hacen el cambio y yo voy a sacar de banda y se me pone delante Jordi Villacampa. Saco de banda y cuando voy a entrar a pista, el tío Jordi se tira y me pitan falta en ataque nada más entrar. Bienvenido a la Liga profesional, chaval. Me pitaron falta en ataque y recuperaron el balón. Esa fue mi primera novatada”
Villacampa tiró de veteranía en ese primera jugada en la que coincidió con Luengo sobre el parquet, beneficiado por la falta de experiencia del valenciano y puede que haciendo valer la admiración que Luengo le profesaba. Un respeto que se mantiene intacto 25 años después: “Jordi era un jugador super completo, era capaz de tirar, penetra, correr, arrastrar al equipo, ejercía de líder. Para los que jugábamos en esa posición era el referente por aquel entonces y era un espejo en el que mirarme. No eres consciente con 18 años, a pesar de debutar en el primer equipo que tu vida va a ser el baloncesto, que vas a vivir de tu pasión y de tu deporte”.
Puede que a nivel estadístico no fuera el mejor de los debuts. Los primeros 75 segundos de Víctor Luengo en el baloncesto de élite acabaron con ese -2 de valoración que había puesto en su estadística nada más entrar en acción. Pero 25 años después, volvemos a hablar de aquella fría mañana de noviembre. Porque aquel partido no fue más que el principio. Cuando Luengo echa la vista atrás, no duda en señalar que “cuando te retiras te das cuenta de que has salido de la cantera, has debutado joven, has sido capitán muy joven, has estado muchos años de capitán y te has retirado como profesional en tu Club. Eso es cerrar un círculo que comenzó un 29 de noviembre del 92 y que acabó cuando me retiré”.
El protagonista absoluto de aquel partido, el verdinegro Jordi Villacampa, demuestra que ese respeto se acabó convirtiendo en mutuo cuando atiende la llamada del Valencia Basket para “felicitar a Víctor por este 25 aniversario y agradecerle todo lo que ha aportado al baloncesto”. El “8” del Joventut recuerda que “tuve la oportunidad y el gusto de enfrentarme a Víctor Luengo muchísimas veces. Lo primero que me viene a la mente cuando hablamos de Víctor Luengo es que hace 25 años empezó a sembrar la semilla de lo que hoy es el Valencia Basket, con un grupo de nacionales. Un jugador con un sentimiento de pertenencia muy importante hacia el Club. Para llegar a los resultados que hoy alcanza el Valencia Basket tiene que haber un principio. Y creo que Víctor lo escribió, con él se identificó mucha gente”.
Tras su debut, Luengo se integraría por completo y en exclusiva en la dinámica del primer equipo y jugaría sus primeros 19 partidos con Pamesa Valencia en esa temporada 1992-93. Y no tardaría demasiado en tomarse la “revancha deportiva” de Villacampa. En la siguiente visita del Joventut a la Fonteta, victoria local por 89-76 con Víctor Luengo aún llevando el dorsal 6, pero esta vez anotando 7 puntos y capturando 5 rebotes en 18 minutos en pista.
Y como ese, fueron cayendo mucho más retos. Los primeros triunfos en la Fonteta ante los grandes de la ACB. Los primeros referentes. El descenso. El “añito en el infierno” en la Liga EBA. El regreso a la ACB. La Copa del Rey del 98 y el debut en competición continental. Los primeros sinsabores europeos con las dos finales de Saporta perdidas. La gloria del primer título europeo. Y un contador que se pararía en 643 partidos dejándose el alma en la pista por unos colores. Una leyenda que empezó hace exactamente 25 años.