Ignacio OrtegaMoscú, 5 ene .- La película "Going Vertical" sobre la victoria de la URSS ante EEUU en el último segundo de la histórica final de los Juegos de Múnich'72 se ha convertido en un auténtico fenómeno de masas en Rusia.
"Una pena que no esté Alexandr (Belov). Ya sólo quedamos cuatro jugadores", comentó hoy a Efe Iván Yedeshko, autor del pase que dio la victoria a la Unión Soviética sobre el hasta entonces invencible equipo estadounidense (51-50).
Más de dos millones de espectadores ya han visto la película en apenas una semana, cifras sin precedentes en este país, pero es que aquella victoria y todo lo que la rodeó son propios de un guión cinematográfico.
"Going Vertical" va mucho más allá de los famosos tres segundos en los que Belov pasó de villano a héroe, aunque las últimas escenas de la cinta son vistas por los espectadores de pie como si se trasladaran en una máquina del tiempo a 1972.
"Es muy emocionante. La gente llora al verla. Echan de menos nuestras victorias", insistió Yedeshko, quien reconoce que es una "película de encargo" con un claro mensaje patriótico en un momento en que el deporte ruso está bajo sospecha por el dopaje de Estado.
Todo empieza con el nombramiento de Vladímir Kondrashin como seleccionador en sustitución del legendario Alexandr Gomelski, relevado tras el tercer puesto en los Juegos de México 1968 y en el Mundial de 1970.
Kondrashin, entrenador del Spartak de Leningrado, prometió al asumir el cargo una victoria sobre EEUU, que llevaba 63 triunfos consecutivos y que no había perdido nunca una final olímpica desde Berlín 36.
Además de que el papel del técnico es interpretado por el gran Vladímir Mashkov, la película da en el clavo al describir la asfixiante atmósfera de la época y los dramas personales que atormentan a sus protagonistas.
El KGB no sólo exige victorias, sino que impide que los deportistas se casen y chequea escrupulosamente sus equipajes cuando regresan del extranjero.
Kondrashin tenía un hijo en silla de ruedas y necesitaba ahorrar dinero para operarle, aunque en la cinta no duda en ceder el dinero para curar la enfermedad -sarcoma cardíaco- que aquejaba a Alexandr Belov, que acabaría muriendo en 1978 a los 26 años.
Las licencias históricas añaden dramatismo a la película y han contribuido a su éxito, pero no sentaron nada bien a las viudas de técnico y jugador, que decidieron boicotear su estreno y se plantean querellarse contra su productor, el famoso cineasta Nikita Mijalkov.
La esposa de Belov, Alexandra Ovchínnikova, lamenta que describieran a su marido como una persona enferma durante el torneo olímpico, cuando entonces estaba "lleno de vida".
"Belov no sufrió ningún ataque en Múnich. Pero es que es una película artística", insiste el propio Yedeshko.
Éste también reconoce que los guionistas se inventaron la rocambolesca historia sobre que el lituano Modestas Paulauskas intentara desertar.
"No fue así. Éramos una gran familia. Había rusos, ucranianos, georgianos, bielorrusos, letones, lituanos y kazajos. Y todos defendíamos los colores de la URSS", rememora.
Lo que sí es realista es el relato de la final, ya que la película recuerda como se repitieron hasta dos veces los últimos tres segundos, en una ocasión por un fallo del reloj y en otra porque no atendieron la petición de tiempo muerto de los soviéticos.
En la definitiva Yedeshko lanzó el balón desde la línea de fondo hasta el otro lado del campo donde se encontraba Alexandr Belov, que superó en el salto a un defensor y engañó al segundo con una finta, tras lo que anotó la canasta de la victoria.
El base asegura que esa jugada fue diseñada por el técnico, aunque hay otras fuentes que consideran que Yedeshko improvisó sobre la marcha.
"Los americanos aún creen que les engañaron, que fueron ellos los que ganaron", asegura.
Los estadounidenses, que minusvaloraron a la URSS al no convocar a Bill Walton, ni olvidan ni perdonan e incluso en su testamento Kenny Davis y Tom Henderson han dejado escrito que sus hijos nunca recojan las medallas de plata que se encuentran en la sede del COI en Lausana.
Sea como sea, Alexandr Belov nunca se consideró el héroe del partido y opinaba que lo único que hizo fue corregir el error que cometió a falta de ocho segundos cuando, en vez de retener el balón, se lo cedió a un compañero, lo que permitió el robo de Doug Collins.
"El héroe fue Serguéi Belov, que anotó 20 de los 51 puntos de nuestro equipo", declaró.
Al estreno acudieron sólo Yedeshko y Zharmuhamédov, Paulauskas no pudo viajar a Moscú por problemas de espalda, mientras el ucraniano Anatoli Polivodá se negó por motivos políticos debido a la anexión de Crimea y la intervención rusa en Donbass.
"Le llamé y me dijo que no podía venir, ya que odia la URSS", señaló un contrariado Yedeshko.