Ricardo MolinelliBelgrado, 19 may .- El Real Madrid, el club más laureado del baloncesto europeo, aspira al que sería su décimo entorchado continental en la final del domingo ante el Fenerbahce turco, en el que su entrenador el serbio Zeljko Obradovic también puede levantar su décimo trofeo.
De una u otra manera la Décima encontrará dueño. Tres años lleva el Madrid pugnando por conseguirla, después de su último título en 2015; mientras que Obradovic es el vigente campeón al haber ganado con el Fenerbahce, el quinto club con el que lo hace.
En cuanto a lo deportivo se refiere, la final entre Real Madrid y Fenerbahce se presenta igualada, reñida y con cuentas que saldar.
El equipo turco descabalgó al Real Madrid en la semifinal del año pasado por 84-75, un marcador que no refleja la tremenda desigualdad que se vivió en el Sinan Erdem Dome de Estambul, sobre todo en el primer cuarto en el que prácticamente se decidió la suerte del partido.
Ahora un año después, los dos equipos vuelven a verse las caras en la final y con el título de por medio.
¿Qué ha cambiado en Fenerbahce y Real Madrid en este tiempo? Pues algunas cosas.
El Fenerbahce ha perdido a Ekpe Udoh y Bogdan Bogdanovic, dos súperestrellas que ahora están en la NBA. Pero su ingente capacidad económica le ha permitido recomponer el equipo. Ha podido igualar el potencial de estos jugadores fichando a otros que, entre todos, puede que superen la nota de los primeros.
En otras palabras, el equipo turco ha perdido dos figuras pero ha ganado profundidad de banquillo, lo que se puedo apreciar en la semifinal ante el Zalgiris, cuando Obradovic redoblaba su apuesta por la defensa asfixiante sobre los lituanos con continuos cambios y siempre con alternativas y prestaciones superiores.
Pese a jugarse en Belgrado, el 75 por ciento del Stark Arena estuvo poblado por seguidores del Fenerbahce, así es que el equipo turco apenas pierde nada por jugar fuera de casa.
Y gana que tiene experiencia, que ya no tiene la ansiedad del primer título, tanto a nivel propio como del baloncesto turco, aunque también habría que contabilizar la dificultad añadida de repetir título. El Olympiacos fue el último que lo hizo en 2012 y 2013.
El Real Madrid perdió la fuerza moral del argentino Andrés Nocioni, pero este año ha hecho un máster en reforzamiento moral colectivo por la cantidad de lesiones que ha sufrido.
La presencia del equipo español en la Final a Cuatro de Belgrado es una 'machada' en sí misma. Todos dudaron de sus opciones en un momento u otro y muy pocos, es decir, nadie se habría mojado por afirmar que llegarían a la final en la que se encuentran.
En el pequeño cambio de jugadores, la presencia de Facu Campazzo, aunque mermado por su reciente operación, supera al rendimiento de Dontaye Draper. Fabien Causeur y Edy Tavares también hacen mejor al Madrid de hace un año. Aunque el gran fichaje del equipo este año ha sido el regreso de Sergio Llull, después de ocho meses y medio de lesión.
El Madrid ha aprendido a sufrir, a aguantar reveses y volver a unirse en la pista y fuera de ella para intentar ganar. Esa fortaleza mental, y la tremenda calidad que tiene en sus filas con un Luka Doncic que, tras el partido ante el CSKA, confesó a EFE que despedirse "con la Décima sería muy especial" para él.
La reacción del Madrid en el inicio del segundo cuarto cuando en menos de tres minutos descerrajó cinco triples sin fallo al CSKA fue también inspiradora para el equipo, porque volvió a creer en sus opciones tanto como minó la moral del adversario.
A un partido y máxime en una final, todo es posible. Las posibles desigualdades desaparecen y las distancias se acortan. Lo único seguro es que la Décima encontrará dueño. El Real Madrid o Zeljko Obradovic.