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De Rubén a el 'Gigante', la historia de un gran cambio físico

J. M. N.

Rubén Guerrero está de vuelta en el Unicaja. El marbellí regresó seis años después de hacer el petate y tomar rumbo a Estados Unidos para competir en la NCAA. Allí, paralelamente a su formación deportiva, estudió Finanzas, que en España corresponde a Administación y Dirección de Empresas. Más de un lustro que distribuyó entre la Prep School de Sunrise Christian Academy y las universidades de South Florida y Samford. Ahora lo repescó el club de Los Guindos, cantera en la que entró en el primer año de cadete y donde se formó durante cuatro temporadas, para el primer equipo. Tendrá unas semanas para convencer a Casimiro de que puede tener un hueco en la plantilla cajista. En caso contrario, su contrato, que incluye dos años más, le permitirá marcharse a préstamo para tener minutos.

Con incertidumbre sobre su adaptación baloncestística, hay que tener en cuenta que aún no compitió con profesionales, lo que más asombra es su cambio físico. Una percepción visual que parece obvia, pero que respaldan las cifras. Cuando emprendió la aventura americana, después de terminar su último año junior, se fue con 17 años, pesando 86 kilos y midiendo 2.08 metros. En su regreso tiene 23, pesa 110 y mide 2.13. Impresiona mucho su envergardura, la extensión de los brazos de una persona cuando están totalmente extendidos en cruz, que se cifra en 2.30 metros. En la Liga Endesa sólo pívots como Tavares o Pustovyi le superan en este aspecto.

El 'Gigante' le apodaban de forma cariñosa en Samford, donde pasó los últimos años de su etapa universitaria. El primero sin competir por el reglamento de la NCAA, siendo el segundo donde descolló. "Sabía que si no me ponía muy fuerte no podía jugar", reconocía el propio protagonista, que experimentó una metamorfosis para adaptarse a un juego donde el físico es capital. Confesaba el propio Rubén que en su primer año él pidió una carga extra de gimnasio y que simultáneamente le dieron una dieta donde comía casi hasta vomitar literalmente. No fue una época sencilla para el malagueño, que estaba casi obligado a aumentar su musculatura. Como consecuencia de ello, también cambió su juego, pasando de ser un ala-pívot a un cinco puro.

Unas características casi únicas

Rubén Guerrero tiene unas características que le hacen un jugador especial. En España sólo Víctor Arteaga es de un perfil parecido. De ahí la convocatoria a la concentración de Benahavís con España de Scariolo en 2017. También es cierto que es un jugador que va a la contra de la evolución del baloncesto, que cada vez prescinde más de los 'siete pies'. No obstante, pese a su envergadura no perdió la agilidad que tenía antes de este notable cambio. El marbellí se trata de un pívot sólido en defensa, capaz de intimidar y cerrar bien el rebote con su envergadura. En este momento, esas son sus principales virtudes para derribar la puerta.

Rubén Guerrero, a la izquierda antes de irse y a la derecha, a su vuelta.

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