'Tú no te has muerto, cabrón', II aniversario de Jose Iragorri

“TÚ NO TE HAS MUERTO, CABRÓN” (Jose Iragorri fallecía el 30 de mayo de 2014)

DEDICATORIA: A 'San Informando', campeonisimo equipo de fútbol de la Facultad de Periodismo, esa escuadra con zamarra del Ajax e himno de Italia que tú, Jose Iragorri, hasta la victoria entrenabas; hasta la victoria, sí, hasta la victoria...¡siempre!
CITA: "Preparando el milagro/de caminar sobre el agua/y el resto de los sueños/de las dolencias del alma/Vino a rajar la noche/ un emisario del alba" (Silvio Rodríguez)
Hace la calentura, no digamos friolera porque el tiempo es como la zarza aquella que arde y arde  y no se consume, hace la calentura, les decía, de una década y dos años, dos lustros lustrosos con la propina temporal de veinticuatro meses para aquellos sibaritas que exigen que los años deben tener, sin excepción, el mismo brillo que una patena, hace doce años y acabamos con las monsergas, en 2004, no nos queda otra, el trovador cubano Silvio Rodríguez se acercó a Donostia desde el Caribe de “Fidel, el Ché y sus hijos” a bordo de un pájaro de acero.
Era su intención encerrarse en la plaza de toros  de ´Illumbe´ ante varios miles de morlacos humanos sin más argumento que su voz y sin otra arma que no fuera la capa de su guitarra. Se había tuneado convenientemente el coso para que se asemejara, al menos, al ´Kursal´…ya que el palacio Euskalduna sólo les cabe a los donostiarras en el más delicioso de sus sueños.
No era el mejor auditorio para el maestro del ´Ojalá´ y ´La gota de rocío´. Y, sin embargo, a la hora del concierto, el escenario debía parecerse al Parnaso, ese espacio idílico que habitan los virtuosos de inmediato a cerrar los ojos a la violenta luz de este mundo.
Cantaba ´EL NECIO´, ¿necio, él?, no, jamás, es el título de una canción. Andaba por el estribillo, “yo no sé lo que es el destino/ caminando fui lo que fui/ allá dios, que será divino”…y cuando remató la faena con un pase de pecho a la vez que decía “YO ME MUERO COMO VIVÍ”, alguien, entre el público, solamente uno, uno, sí, de varón era su voz, se destacó con un grito desgarrador que desafiaba al implacable paso del tiempo que termina dejando desnudo el árbol de hoja caduca que es en esencia  el ser humano. ¿Y qué cosa tan gorda dijo aquel señor?, Dijo: “¡Tú no te mueres, cabrón!”.
Desafío, deseo, rabia, un reto a la muerte entre miles de testigos que despertó el principio sagrado que desde que tengo uso de razón en mí conciencia dormía. Y éste no era otro, como hoy lo sigue siendo, que la exigencia al que en las alturas hilvana de convertir en inmortales a determinados seres de este mundo que por sus hechos y sus dichos son alabados tanto; que por sus dichos y sus hechos son festejados tanto. Alabados y festejados porque, de alguna manera, si no de todas las posibles, por su carisma y liderazgo son el espejo en el que, todas las mañanas, nuestro corazón se ve reflejado y se anima para seguir latiendo un día más…
Y así, porque alimentan nuestro espíritu y nos regalan las ganas que se necesitan para vivir con cordura y dignidad, exijo la resurrección de Jesús el Nazareno (“Ama al prójimo como a ti mismo”), la del humanista cubano José Martí (“Mi verso es como un puñal que por el puño echa flor”), la de Whalt Withman (“Estoy contigo en tu agonía, moribundo”) la de Groucho Marx (“Perdonen que no me levante”, epitafio cincelado en la lápida de su tumba), la de Valentina, Locomotoro, el tío Aquiles y el capitán Tan (“Me dijeron que en el mundo del revés nadaba el pájaro y volaba el pez”) la de Teresa de Calcuta (“Besan mis labios tu carne leprosa”) la del poeta universal de mi villa jarrillera, Mario Ángel Marrodán (“Yo te canto en mis versos de alas rotas, etéreo titán de mi mensaje”) la de Telmo  Zarra (“Cuando marco de cabeza, mis goles son para ti, ´Pitxitxi´), la de de Xabier Murua (“Si toco la trompeta, Murua es un poeta; si toco el trombón, se jodió la instalación”) la de José Saramago (“No busques trabajo: ¡escribe!”)…y pare usted de contar porque la lista se me antoja interminable.
Y de entre los que aún seguimos vivos, a fin de que no mueran, pido clemencia al destino y recojo firmas para que les sea conmutada la pena de muerte, y, por tanto,  concedida la inmortalidad, al futbolista Iribar, al vate getxotarra Miguel Suaña, a la música y la voz del irlandés Van Morrison, al cantautor Joaquín Sabina, a Faemino y Cansado, que me hicieron reír  en el monumental teatro Arriaga, y a tantos otros seres humanos que aquí y a esta hora no pueden ser nominados.
El sábado 31 de Mayo de 2014, poco después de las noticias de las ocho de la mañana, Iñaki Astigarraga me dijo que Jose Iragorri había muerto. No te lo crees ni tú. Una persona muere, en el más profundo de los sentidos, cuando su memoria se desvanece en el último corazón y en la última conciencia que habitaba.
Como el futbolista que fui ( y desde mi retiro lo sigo siendo), como el periodista y escritor que soy, vehemente en grado sumo cuando se trata de defender causas nobles, honestas y gigantes, para que no les resulte cosa rara, les aviso de que, mientras un halo de vida me sostenga, seré el vocero infatigable que le recuerde al mundo que Jose Iragorri no ha muerto, que está vivo porque el bacalao sigue coleando en Terranova. 
Ahora bien, como la empresa es de envergadura, como el viaje a Itaca habrá de soportar tormentas y tempestades, al mismo tiempo que  avisador, mendigo debo ser. Mendigo que sube a la ´Popu´, que se cuela en su estudio, que toma su micrófono, que lo acerca a su boca, y, aguzado el ingenio por la necesidad, anima a sus dos familias como a él le habría gustado arengar: “¡Ahí os quiero ver a vosotros, los míos; ahí os quiero ver también a vosotros,  leones: ¡Vamos, Gurutze; Vamos, Alain; Vamos Xabier!...¡Vamos, Athletic, Vamos Athletic, Vamos Athletic!....GOAZEN!  ´Casa de los sueños´ La Florida Portugalete
Un artículo para ElDesmarque Bizkaia de Luis Mari Pérez 'Kuitxi'.