Ramón Orosa
Bilbao, 5 sep .- El Alto Los Machucos, la terrorífica ascensión con rampas de hasta el 30 por ciento de desnivel que visitará este viernes La Vuelta en Cantabria, es el puerto que en su día desesperó como nunca a Chris Froome, el gran dominador en la última década del ciclismo internacional.
Fue en la primera visita de la Vuelta al también conocido como Collao Espina, hace dos años, en 2017, cuando uno de los últimos zarpazos de Alberto Contador, aliado con las verticales cuestas del puerto que acoge el Monumento a la Vaca Pasiega, puso contra las cuerdas al británico criado en Kenia.
No lo olvidará nunca el ahora convaleciente de la grave caída que le arruinó lo más importante de la temporada 2019, un Froome que todavía al día siguiente de su ascensión aseguraba que le gustaría "no volver a ver nunca Los Machucos".
En sus cuestas (6,8 km al 9,2 por ciento) a punto estuvo de claudicar en el que, curiosamente, fue su primer triunfo al sexto intento de la gran ronda española, en la que hace poco fue reconocido como ganador de la edición de 2011 tras la descalificación del cántabro Juanjo Cobo.
En esas rampas infernales también cedió el británico parte del inmenso prestigio ganado sobre la carretera imponiéndose en seis grandes por etapas, con cuatro triunfos en el Tour de Francia.
Meses después, la Unión Ciclista Internacional (UCI) confirmó que el ciclista británico fue notificado por "un resultado analítico adverso (AAF) de Salbutamol en exceso por 1000ng/m" en una muestra el día después de la subida a Los Machucos.
Se le abrió un procedimiento antidopaje que posteriormente cerró la UCI por entender que fue un uso permitido de la sustancia por parte del británico.
En Los Machucos se impuso entonces el casi desconocido austríaco Stefan Denifl, posteriormente castigado por dopaje, y Froome, protegido a la rueda de Mikel Nieve, ejemplar gregario, cedió un minuto y 18 segundos sobre un inmenso Contador en uno de sus peores días. Probablemente el que más le haya cuestionado.