Cuando Ford anunció hace ya muchos tiempo que tenía en mente diseñar y fabricar un modelo cien por cien eléctrico, nadie pensó que optaría por hacerlo con un Mustang.
Y es que la marca americana siempre se ha caracterizado por ser uno de los mejores representantes de los muscle car americanos, de los coches con mucha potencia y motores V8 que rugían, y mucho.
Nada que ver con este Ford Mustang Mach-E, un modelo cien por cien eléctrico, que, por mucho que sea un coche pensado y fabricado para los que amen la velocidad, no es evidentemente un Mustang ‘puro’.
O al menos un Mustang del siglo XX. Los nuevos tiempos en la industria del automóvil pasan por la electrificación y en Ford han optado por meterse en ellos a lo grande, con sus modelos quizás más icónicos.
Lo cierto es que es un modelo que llama mucho la atención a primera vista en cuanto a su diseño. Un crossover que, además, llega con buenas mecánicas que prometen tanto una dosis de aceleración y velocidad más que interesantes así como buenas autonomías.
El único problema que tiene este modelo, y que cuentan los que ya lo han probado, está en su interior: no es otro que su enrome pantalla. Podría parecer, y lo es, que seguir la estela de Tesla en este sentido y meter una pantalla de grandes dimensiones en el salpicadero es una buena idea.
Sin embargo, el problema en este caso es que todo, absolutamente todo, se controla a través de esta pantalla. Eso provoca que, por ejemplo, si se quiere cambiar entre uno de los tres modos de conducción, debamos apartar los ojos de la carretera (si es que lo queremos hacer en movimiento) para hacerlo.
No es algo precisamente cómodo y algunos botones en el volante hubieran bastado para solucionar un ‘pero’ que, para algunos es menor pero para otros es grave. Eso sí al margen de ello, estamos ante un Ford Mustang Mach-E que, para lo bueno o para lo malo, marcará un antes y un después.