Uno de los grandes objetivos de la Dirección General de Tráfico, sino el gran objetivo, es el de conseguir que las carreteras sean lugares cada vez más seguros. Es por eso que la DGT ha ido tomando los últimos años diferentes tipos de medidas para provocar que el índice de mortalidad en las carreteras españolas baje de forma constante.
Han sido diferentes campañas, tanto en lo que se refiere a la concienciación, y especialmente, a través de nuevas infracciones, lo que ha provocado que este índice haya bajado respecto a décadas anteriores.
Y uno de los mejores sistemas que ha encontrado la DGT para intentar que la inmensa mayoría de conductores se ciñan a las velocidades máximas en cada una de las vías en las que circulan, especialmente en lo que se refiere a autopistas, son los radares, dispositivos que fotografían a un coche en el caso de que supere la velocidad permitida en ese tramo.
El problema en este caso es que, teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de este tipo de radares fijos están más que señalizados, muchos conductores que circulan a velocidades superiores a las permitidas no hacen otra cosa que frenar justo antes de que llegue el radar, circular justo por delante de la velocidad permitida y luego volver a acelerar la marcha, poniendo el riesgo directamente al resto de conductores yendo a velocidades más altas de las permitidas.
Es por eso que la DGT, que sabe también que algunos radares móviles son fáciles de detectar, ha optado por la opción que parece muy inteligente, no es otra que la voy a colocar a los dos radares más o menos juntos en la misma zona de tal manera que el radar móvil y el fijo trabajar a la vez. Así, si un coche disminuye la velocidad justo antes de pasar por uno de los dos radares, la variación brusca de la velocidad será registrada y será más fácil identificar la infracción.
Esto no va de seguridad, va de recaudar y expoliar al máximo
que afán recaudatorio ,y la prensa colaborando, digamos desinteresadamente , ya vivimos hace mucho tiempo en un mundo orweliano