Parece que vivamos en el día de la marmota últimamente cuando hablamos de los precios de la gasolina y el diésel. No hacemos más que comentar las subidas constantes del precio del combustible. La situación se agrava cada día que pasa.
Los precios actualmente se sitúan en cifras similares a las que había cuando el Gobierno de Pedro Sánchez decidió activar la ayuda de los 20 céntimos por litro. Es decir, los que veíamos cuando empezó la guerra entre Rusia y Ucrania.
Para ser más concretos, la gasolina se ha encarecido un 0,71% en la última semana. La media por litro se sitúa actualmente en 1,692 euros. Es el valor más alto desde finales de noviembre, con la diferencia de que entonces teníamos la subvención de los 20 céntimos. Mientras tanto, el diésel ha subido un 2,19% y se sitúa en una media de 1,586 euros por litro. Es su precio más alto desde el pasado mes de marzo, según el Boletín Petrolero de la Unión Europea.
Asimismo, los precios han subido un 11% desde que empezó la subida imparable que todavía sufrimos actualmente. Esto significa que pagamos unos 5 euros más por cada depósito de 55 litros. Esta cantidad de gasolina cuesta 93,06 euros.
Unas subidas que se deben a varios factores. Entre otros, a los recortes en la producción de petróleo. Arabia Saudí y Rusia, ante la baja demanda, recortaron 1,5 millones de barriles al día. Y ahora estamos pagando las consecuencias. Además, China está saliendo ahora de la crisis del coronavirus, lo que se traduce en más demanda desde el país asiático. Un barril se sitúa en los 84 euros. Una cifra que, según los expertos, es baja para los países productores, con lo que se esperan nuevas subidas en las próximas semanas. Según un de Goldman Sachs, el barril de petróleo se situará en unos 93 euros. Mientras tanto, el banco Julius Baer augura que los precios podrían llegar hasta los 100 euros por barril, reconociendo que “el precio del crudo está especialmente inflado”.
Otro experto, Francisco Blanch, responsable global de materias primas y derivados de Bank of America, apunta que “las tendencias de la oferta energética se han deteriorado en los últimos meses y han desencadenado un repunte de los precios de la energía. La mejora de las tendencias de la demanda energética mundial en 2024 podría prolongar el impulso alcista de los precios de la energía, aunque vemos límites”.