BMW es sin duda una de las marcas más icónicas en el mundo del automóvil, conocida por sus vehículos de lujo y alto rendimiento. Sin embargo, detrás de su famoso logo y su prestigio global, existe una historia fascinante sobre el origen de su nombre y su evolución.
Según señala la propia marca en su página web, BMW es la abreviatura de Bayerische Motoren Werke, que en español se traduce como Fábricas de Motores de Baviera. Este nombre hace referencia a la región donde la empresa fue fundada: Baviera, uno de los estados federales más grandes de Alemania. El nombre no solo alude a la ubicación geográfica, sino también a los primeros pasos de la empresa en la fabricación de motores.
La empresa se estableció oficialmente como BMW en 1917, pero sus raíces se encuentran en una compañía anterior llamada Rapp Motorenwerke GmbH, fundada en 1913. Rapp Motorenwerke se especializaba en la producción de motores para aviones, suministrando propulsores para la aviación militar alemana durante la Primera Guerra Mundial.
El final de la Primera Guerra Mundial y el Tratado de Versalles llevaron a una prohibición de la fabricación de motores aeronáuticos en Alemania. Esto forzó a la compañía a cambiar su enfoque hacia la producción de motores para trenes y frenos. En 1920, Knorr-Bremse AG, una importante empresa de frenos, adquirió la mayoría de las acciones de la compañía y la trasladó a Múnich, lo que resultó en una breve desaparición de BMW como entidad independiente.
El renacimiento de BMW llegó en 1922, cuando Camillo Castiglioni compró el nombre de BMW y lo transfirió a BFW (Bayerische Flugzeugwerke AG), una empresa de fabricación de aeronaves. Ese mismo año, la compañía cambió su nombre a Bayerische Motoren Werke AG, restaurando así la marca BMW y marcando el comienzo de una nueva era en la industria automotriz.