Con permiso del Golf, el T-Roc se ha convertido en una de las mejores armas de Volkswagen en los últimos años tanto en España como en Europa. Sus dimensiones y el hecho de contar con una carrocería tipo SUV han provocado que este modelo haya pasado a ser una de las piezas fundamentales para el fabricante alemán en lo que se refiera cuota de mercado de las carreteras de la inmensa mayoría de mercados del viejo continente.
El problema en su caso es que, como suele ser habitual en la marca alemana, el hecho de situarse un escalón por encima en cuanto a precios respecto a sus rivales directos, son varios los fabricantes que pueden presumir de tener opciones mucho más interesantes en muchos sentidos con una diferencia de precio muy baja.
Un buen ejemplo es Mazda y su CX-30, un SUV de unas dimensiones muy parecidas al que tiene el Volkswagen pero que, tanto a nivel mecánico como a nivel de equipamiento y como de diseño, muchos sitúan un escalón por encima sin que ello implique una diferencia de precio muy notable como la que sí que se puede encontrar con otros modelos premium.
Lo mejor en el caso del modelo japonés es que llega de serie con un motor de gasolina de 2.5 litros y de 140 caballos de potencia asociado a un sistema de micro hibridación ligera, una mecánica ya muy poco habitual en la industria del automóvil es lo que se refiere a arquitectura y que además cuenta con este sistema que le permite lucir la etiqueta ECO de la DGT.
Contando con todas las promociones y descuentos, el precio de partida de este modelo se sitúa justo por encima de los 26.000 euros, lo que implica una diferencia de unos 1.500 euros respecto a la versión de acceso del Volkswagen que llega con una mecánica mucho más sencilla, con peor equipamiento y con peores materiales.