El virus de la inmunodeficiencia humana, en sus siglas VIH, es el microorganismo que desarrolla el SIDA o síndrome de inmunodeficiencia adquirida, es decir, la enfermedad en sí misma. Dependiendo del estadio en el que se encuentre la enfermedad, los síntomas de la infección del VIH van desde un dolor de cabeza hasta una neumonía.
Al igual que ocurre con otras enfermedades, la evidencia científica señala que la actividad física puede mejorar notablemente el estado de los pacientes, sobre todo si dicho deporte se hace en su justa medida.
Miguel del Valle Soto, presidente de la Sociedad Española de Medicina del Deporte (SEMED), ha explicado a ElDesmarque hasta qué punto la actividad física beneficia a los pacientes con SIDA.
"Aunque no existen todavía estudios concretos que analicen los efectos del deporte en el SIDA, al ser una enfermedad inmunodeficiente, como otra cualquiera, se sabe que la práctica de actividad física moderada aumenta las defensas", asegura el profesional. Esto supone que dichas defensas previenen o fortalecen al paciente de posibles infecciones que puedan empeorar su estado de salud.
Sin embargo, con el deporte de élite, aquel en el que el cuerpo se lleva al extremo y en el que se tiene que dar el máximo rendimiento físico posible, ocurre todo lo contrario, es decir, las defensas disminuyen.
"Hay veces que cuando los deportistas están a punto de competir y entrenan dando el máximo de su capacidad cogen un simple catarro o una infección debido a este motivo, a que sus defensas están bajas", ejemplifica el doctor.
Según las últimas publicaciones, el médico del Valle Soto establece que el entrenamiento de fuerza junto con el de resistencia son la mejor vía para ayudar a combatir la enfermedad.
Está comprobado que dicha combinación "mejora la capacidad relacionada con la salud y el estado cardiorrespiratorio, teniendo en cuenta que la enfermedad afecta en gran medida a dicho sistema".
Muchos de los pacientes que viven con VIH o SIDA tienen problemas relacionados con trastornos del sueño, según apunta un artículo de la Revista Andaluza de Medicina del Deporte.
Dicho estudio demostró que la actividad física mejora notablemente la calidad del sueño de este grupo poblacional, de hecho la investigación concluyó con las siguientes evidencias:
Cuando una persona, especialmente deportista, descubre que tiene VIH, una de las primeras dudas que preguntan a su médico es si pueden seguir haciendo deporte. "Una persona que está enferma de SIDA sí que puede seguir haciendo deporte, sólo que debe tener especial cuidado en los deportes en los que se producen erosiones", explica el facultativo.
Teniendo en cuenta que el VIH se transmite por fluidos como la sangre, el semen, los flujos vaginales y la leche materna, los deportes de mayor riesgo de contagio son el boxeo, lucha libre, taekwondo o similares ya que en este tipo de deportes la sangre sí suele estar presente.
Es cierto que el fútbol, baloncesto, rugby...también son deportes de contacto. No obstante, el riesgo de contagio es mucho más bajo ya que en el momento en el que algún jugador tiene sangre se para el partido para que este salga del campo y se limpie cualquier resto que pueda tener.
Esto significa que cuando un deportista de élite contrae el virus, no es el riesgo de contagio el que le impide seguir jugando sino los efectos de la propia enfermedad.
Miguel del Valle puntualiza que aunque la prueba del SIDA no es obligatoria, debería ser recomendada en muchos deportes ya que hasta que la enfermedad da la cara pueden pasar años, teniendo en cuenta que al principio el cuadro que presentan es como el de una gripe, pero luego puede estar latente hasta 15 años que es cuando comienza la fase de infección con síntomas más evidentes.