Seguro que si estás leyendo esto es porque en alguna ocasión has sentido un dolor en el pecho que se potenciaba después de comer o al acostarte. O también puede ser que hayas tenido una sensación de ardor en el estómago, en el esófago o incluso en la garganta. Normalmente estos son los síntomas más comunes de la acidez estomacal.
Una vez que se produce la hiperacidez estomacal y lo síntomas propios de esta empiezan a evidenciarse, entran en escena los antiácidos. Estos son unos medicamentos que tratan dicho síntomas neutralizando la secreción de ácido presente en el jugo estomacal.
Es muy importante no confundirlos con los inhibidores de la bomba de protones, como el omeprazol, o los antihistamínicos anti H2, como la famotidina, ya que su función es totalmente diferente, advierte Pablo Caballero, farmacéutico del área de Divulgación Científica del Consejo General de Colegios Farmacéuticos.
Mientras que estos últimos previenen la secreción de ácido, los antiácidos actúan después, es decir, una vez que la acidez y sus síntomas ya están presentes.
Los antiácidos no están sujetos a prescripción médica por lo que pueden comprarse en la farmacia sin necesidad de ir al médico. No obstante, es importante seguir las recomendaciones del farmacéutico para una correcta administración.
"En cualquier caso, si los síntomas persisten después de 5-7 días de tratamiento se debe consultar con el médico para descartar un problema subyacente que esté provocando la secreción excesiva de ácido", recuerda el farmacéutico Caballero.
Lo más importante es tomarlos cuando los síntomas de hiperacidez estomacal están presentes y nunca antes de que aparezcan, teniendo en cuenta que para eso ya existen otros fármacos.
Debido a la amplia variedad de medicamentos disponibles (detallados más abajo), la dosis y frecuencia de administración depende de cada fármaco, por lo que es conveniente preguntar al farmacéutico y seguir las pautas que indica el prospecto.
En España se comercializan gran cantidad de antiácidos, entre los que destacan:
Por regla general, abusar de un medicamento nunca es bueno porque todos cuentas con efectos adversos.
"En el caso de un consumo excesivo de medicamentos con sales sódicas -bicarbonato o carbonato de sodio-, se puede producir una ingesta elevada de sodio que puede provocar hipernatremia", explica el miembro del Consejo General de Colegios Farmacéuticos.
Sed, nerviosismo, mareos o taquicardias son algunos de los síntomas que puede producir una hipernatremia, que requiere tratamiento para corregir el equilibrio electrolítico.
El consumo elevado a largo plazo de sales de aluminio y magnesio puede producir debilitamiento de los huesos debido a su desmineralización.
El efecto secundario más grave, que puede incluso requerir un tratamiento inmediato, es la alcalosis metabólica -gran cantidad de bicarbonato en la sangre-. Dolor de cabeza, mareos, zumbido de oídos, visión borrosa, somnolencia, sudoración, náuseas y vómitos e irritabilidad es como suele manifestarse.
Aunque este trastorno no suele ser habitual, puede producirse debido a un consumo excesivo y puntual de antiácidos fundamentalmente compuestos a base de bicarbonato. El tratamiento también consiste en una corrección del equilibrio electrolítico.