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Desigualdad de género en el consumo de ansiolíticos: los estudios de los padres como factor

Un 27% de las mujeres a los 17 años ya consume ansiolíticos.

Una investigación de la UPV/EHU ha detectado desigualdades de género en el consumo de ansiolíticos e hipnosedantes en adolescentes. Ha advertido que un 27 % de las mujeres en España ya los había consumido a los 17 años.

Según ha informado la universidad pública vasca, el estudio realizado por el Grupo de Investigación OPIK ha detectado que las mujeres entre 14 y 18 años presentan un consumo superior de ansiolíticos e hipnosedantes que los jóvenes de la misma edad.

Una diferencia que aumenta cuando el nivel educativo de los progenitores es menor y, en especial, cuando lo es la formación académica de las madres.

El estudio se ha centrado en estudiantes de secundaria

La investigación comenzó al advertir que "cada vez hay mayores indicios del deterioro en la salud mental de la población, sobre todo entre las mujeres y adolescentes", y haber detectado por ello "un aumento progresivo de la dispensación de ansiolíticos y antidepresivos en las últimas décadas".

El estudio se ha centrado en las desigualdades de género en el consumo de ansiolíticos e hipnosedantes en estudiantes de enseñanza secundaria de España y tuvo en cuenta otros factores de desigualdad, como el lugar de origen y el nivel educativo de los progenitores.

Todas las alumnas han declarado consumos significativamente superiores a sus compañeros: el 24,1 % de las chicas, frente al 15,3 % de los chicos, había consumido psicofármacos alguna vez en su vida, y un 17,6 % de chicas y un 9,7 % de chicos durante el último año.

Además, se ha detectado "un gradiente positivo del consumo con la edad" ya que "el 26,9 % de las mujeres ya habían consumido este tipo de fármacos para los 17 años, alcanzando el 30,7 % a los 18, aunque el incremento del consumo con la edad fue más intenso en ellos, ya que doblaron su consumo entre los 14 y 18 años".

Lo relacionan con el nivel de estudios de sus progenitores

La investigación ha destacado la relación entre madre e hija y el mayor consumo de ansiolítico e hipnosedantes. "La peor situación socioeconómica y mental de la madre, con la posible medicalización de su malestar, podría contribuir a la transmisión del consumo a las hijas".

Igualmente, el estudio resalta la relación entre un mayor consumo de ansiolíticos e hipnosedantes y el nivel de estudios de sus progenitores. El consumo de estos productos era mayor entre las adolescentes según disminuía el nivel de estudios de su padre y madre, en especial, cuanto menor era la educación de sus madres.

Sin embargo, el consumo de los chicos no se vio significativamente alterado por este factor.

Otro factor que influye es la discriminación y la violencia

La investigación ha concluido que "una de las causas por la que se da el mayor consumo en mujeres es consecuencia del malestar psíquico proveniente de la discriminación material y violencias cotidianas que sufren".

Respecto a las adolescentes, ese mayor consumo podría darse, según el grupo, "porque a esas edades la construcción de la feminidad gira en torno a la complacencia y el perfeccionismo, unido a la auto exigencia académica, y que comienzan con relaciones de dependencia y abuso".

El incremento progresivo en el consumo de los psicofármacos podría ser, según apunta el estudio, "un reflejo de la medicalización de la vida cotidiana, porque mitigan los malestares que generan los procesos por alcanzar perfiles ultra-competentes y proactivos, así como para paliar las situaciones de incertidumbre y vulnerabilidad".

La desigualdad de género: un claro condicionante del consumo

De esa manera, ese estudio de la UPV/EHU ha alertado de que "las pastillas acaban encarnando una solución individual a los desajustes y problemas que proceden de realidades estructurales" y ha destacado la desigualdad de género como un claro condicionante del consumo de los psicofármacos. "Se estima que las mujeres duplican o triplican las prevalencias de los hombres".

Por ello, los investigadores han avisado de "la necesidad de intervenir sobre los determinantes sociales que condicionan la salud mental y, con ello, el consumo de psicofármacos en la adolescencia".

También han propuesto "una educación afectivo-sexual que refuerce al alumnado en temas como la igualdad de género" y "revertir los vigentes procesos de medicalización". "Es necesario instar a las instituciones médicas a abordar la salud mental incluyendo los determinantes sociales y evitando sesgos androcéntricos", han sentenciado.

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