Varios son los factores que pueden influir en la práctica deportiva, tanto para potenciar el rendimiento, cambiar la apreciación de la experiencia como para todo lo contrario. Pese a que puede sorprender a muchos, uno de estos estímulos externos son los olores.
Una investigación de la Universidad de Montreal (Canadá) tras revisar los estudios que ya se habían publicado previamente, aclaró hasta qué punto los olores promueven o inhiben acciones relacionadas con la actividad física.
Los participantes de los diversos estudios, la mayoría jóvenes y en buena forma física, estuvieron expuestos a ciertos olores, durante segundos e incluso minutos, mediante tiras debajo de la nariz, algodón absorbente, mascarillas o difusores de aceites esenciales.
Algunos olores, especialmente los que resultan agradables, "podrían reducir potencialmente la actividad del sistema nervioso simpático, lo que, a su vez, podría disminuir la sensación de dolor general", expone el estudio. Mientras que los desagradables pueden producir el efecto contrario.
Los estudios apuntan que los cambios fisiológicos pueden deberse a "una respuesta emocional relacionada con el olor", teniendo en cuenta que el nervio olfativo se encuentra cerca la amígdala -estructura cerebral relacionada con las emociones-.
Esta respuesta agradable, al oler algo que nos guste, puede producir un mejor estado de ánimo y por ende una mayor productividad.
El medio especializado Medical Xpress diferencia los tipos de olores con los que el estudio halló efectos en la práctica deportiva.
El amoniaco aumentó la frecuencia cardiaca, el estado de alerta y la percepción del rendimiento en actividades de fuerza.
La menta fue uno de los olores que mayores mejoras reportó:
La lavanda en actividades de fuerza redujo la capacidad de concentración, pero mejoró el equilibrio en deportes de precisión. En este tipo de deporte, concretamente en los bolos, el jazmín mejoró la puntuación.
El limón y la naranja provocaron una sensación de bienestar mientras se realizaba la práctica deportiva.
No obstante, esta evidencia no significa que pueda generalizarse para toda la población, teniendo en cuenta que la mayoría de los participantes eran jóvenes y sanos, sino que es un foco en el que se puede, y se debe, seguir investigando mucho más.