Muchos son los beneficios que presenta el ejercicio físico, reduce el riesgo de padecer enfermedades, mejora el equilibrio de los mayores, mejora la salud mental y cognitiva, ayuda a combatir los efectos de la quimioterapia...
A esta larga lista se suma un beneficio más que afecta a la calidad del sueño. Y es que un reciente estudio ha demostrado que hacer ejercicio físico de forma constante, unas dos o tres veces por semana, durante un largo periodo se relaciona con un menor riesgo de insomnio.
Además, esta práctica habitual se vincula con la capacidad de dormir entre seis y nueve horas cada noche.
En el estudio participaron 4.399 personas (2.085 hombres y 2.254 mujeres) que respondieron a preguntas sobre la frecuencia y duración de la actividad física al inicio del estudio, los síntomas de insomnio, la duración del sueño nocturno y diurno.
Los que hacían ejercicio al menos dos o más veces por semana, durante 1 hora semanal o más se clasificaron como físicamente activos.
Durante los diez años que duró el estudio, un 37% de los participantes fueron inactivos persistentes; un 18% se volvieron físicamente activos; un 20% se volvieron inactivos; y un 25% fueron activos persistentes.
Los participantes de Noruega eran los más propensos a ser persistentemente activos, mientras que los de España, seguidos de los de Estonia a ser persistentemente inactivos, indica la investigación.
Los resultados, ajustados por edad, sexo, IMC, antecedentes de tabaquismo y centro donde se realizaba el estudio, indicaron que las personas persistentemente activas tenían significativamente -42%- menos probabilidades de tener dificultades para conciliar el sueño.
Asimismo, la probabilidad de presentar cualquier síntoma de insomnio era un 22% menor y tenían un 40% menos de probabilidades de declarar dos o tres síntomas de insomnio.
En cuanto al total de horas nocturnas de sueño y la somnolencia, los persistentemente activos tenían una probabilidad significativamente mayor -55%- de tener un sueño normal y una probabilidad significativamente menor -29%- de tener un sueño corto -6 horas o menos-, mientras que probabilidad de tener un sueño superior a las 9 horas era del 52%.
Las personas que a lo largo de estudio se volvieron activas tenían un 21% más de probabilidades de tener un sueño normal que los que seguían inactivos.
El estudio, publicado en BMJ Open, lo firman, entre otros, la Universidad de Reikiavik, el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), la Universidad Pompeu Fabra y el Hospital Galdakao-Usansolo (Vizcaya).
Concluyen que estos resultados están “en consonancia con estudios anteriores que han demostrado el efecto beneficioso de la actividad física sobre los síntomas del insomnio, pero el presente estudio muestra además la importancia de la constancia en el ejercicio a lo largo del tiempo".