Hasta el momento, el tratamiento que se da a los pacientes con arritmias ventriculares que están en riesgo de muerte súbita es el desfibrilador, un dispositivo que se implanta bajo la piel en la zona que está un poco más abajo de la axila y que lleva un cable hasta el área del corazón. Aunque es evidente su eficacia y utilidad, estos pueden provocar complicaciones debidas a infecciones, desplazamiento de los electrodos y reacciones adversas.
No obstante, estos dispositivos no permiten la estimulación para ritmos cardíacos lentos o la estimulación de ritmos rápidos para detener la taquicardia evitando un 'shock' eléctrico, sino que esta función la hace un marcapasos -los hay que envían los impulsos eléctricos a través de cables y otros de forma inalámbrica-.
La novedad es que investigadores del Hospital Clínic-IDIBAPS, de Barcelona, han participado en un estudio internacional que ha demostrado que si ambos aparatos, el desfibrilador y el marcapasos, se comunican entre ellos por radiofrecuencia, es decir, sin cables, beneficia a los pacientes que padecen arritmias ventriculares con riesgo de muerte súbita porque evitan las infecciones.
Durante diez años, investigadores y médicos de Europa, Asia y Estados Unidos, entre ellos el grupo del Clínic de Barcelona, han trabajado en el nuevo dispositivo, formado por un desfibrilador subcutáneo y un marcapasos muy pequeño, que funcionan sin cables y se comunican entre ellos por radiofrecuencia, en pacientes con arritmias ventriculares con riesgo de muerte súbita.
El ensayo se ha probado en 162 pacientes, de los que una veintena han sido tratados en el Hospital Clínic, con un seguimiento posterior no menor de seis meses.
El doctor Lluís Mont, jefe de la Unidad de Fibrilación Auricular y del grupo Biopatología y tratamiento de las arritmias cardíacas del IDIBAPS, ha considerado que el estudio permitirá "cambiar el paradigma de tratamiento de los pacientes con arritmias ventriculares y riesgo de muerte súbita, ya que se podrán beneficiar de ambos tipos de estimulación -desfibrilador y marcapasos-, evitando las complicaciones que se observan con los sistemas de cables al cabo de unos años de su implantación". En este estudio internacional también ha participado el doctor José Tolosana, del mismo equipo.
El nuevo dispositivo precisa ahora de la aprobación de la FDA (agencia del Gobierno de Estados Unidos, responsable de la regulación de alimentos, medicamentos, cosméticos y aparatos médicos, entre otras cosas) y de la Agencia Europea de los Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés) para poder iniciar su comercialización, ha precisado el doctor Mont.
A David Andújar le implantaron el desfibrilador y el marcapasos sin cables el pasado año 2023, tras sufrir un ataque cardíaco masivo en octubre de 2022. Andújar llevó durante ocho meses un desfibrilador para evitar su muerte súbita en caso de un nuevo ataque y desde el Clínic le propusieron formar parte del estudio internacional.
Tras ser operado y recibir el nuevo dispositivo, este paciente, que tenía 48 años en el momento de sufrir el ataque, no ha registrado ninguna complicación cardíaca y puede hacer una vida mucho más normal, aunque debe conectarse cada día a una máquina en su casa a la que el marcapasos y el desfibrilador envían la información sobre la actividad de su corazón.
Esta información se deriva a los médicos y sanitarios del hospital, que controlan la evolución de Andújar, que llegó a quedar con un 31% de función cardíaca y que hoy se ha mostrado satisfecho y agradecido por haber formado parte de este estudio.
"Al principio, te sientes raro llevando los aparatos pero es que me cansaba mucho", ha explicado este paciente, que trabajaba en la construcción y al que se le diagnosticó de ansiedad cuando consultó que se cansaba y no podía hacer lo que normalmente hacía.
Andújar tenía la vena femoral obstruida y esperó durante tres horas mientras tuvo el infarto porque él creía que lo que le pasaba era un ataque de ansiedad.