En España, los adolescentes empiezan a consumir alcohol a los 14 años, según los datos facilitados por el Plan Nacional de Drogas. Esto significa que, de media, la población española comienza a beber siete años antes de que su cerebro estés completamente desarrollado con los peligros que esto supone. Además, la forma en la que estos se inician tampoco es la más recomendada ya que cada vez son más los que practican el binge drinking, o en español, bebida en atracón.
“El binge drinking consiste en ingerir grandes cantidades de alcohol en muy poco tiempo y se ve facilitado por el fenómeno del botellón donde los jóvenes tienden a integrar la ingesta alcohólica como un juego más de naturaleza competitiva” alerta Raúl Izquierdo, psicólogo y director técnico de la Asociación DUAL.
Ante el aumento de esta práctica entre los jóvenes, la Asociación DUAL -financiada por la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas del Ministerio de Sanidad- ha creado una nueva campaña bajo el lema 'vive en atracón' donde plantean un “esfuerzo colectivo” como sociedad para marginar la práctica del botellón, connotarla como negativa y denostarla.
Desde DUAL evidencian que el mayor peligro es que la ingesta compulsiva se centra más en el juego o el afrontamiento de retos y desafíos que en la bebida como fin en sí mismo. “Esto incrementa el riesgo de desencadenar situaciones críticas como comas etílicos u otros episodios de emergencia sanitaria”, denuncia Izquierdo.
Para Joan Ramón Villalbí, delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas (PNSD), uno de los principales factores que explican el binge drinking son los amplios horarios de establecimientos de “comercio de alcohol donde se compra y no se bebe, como tiendas de alimentación y supermercados, que venden alcohol al por menor a un precio relativamente barato”.
En esa línea, recuerda que todas las comunidades autónomas tienen prohibida la venta de alcohol a menores y muchas de ellas también la adquisición en comercios alimentarios a partir de ciertas horas. No obstante, él mismo añade que los controles a la venta de alcohol en menores a veces no se cumplen, aunque señala que en ese caso “las administraciones pueden actuar”.
“Este comercio que antes cerraba a las 20 h ahora está abierto hasta horas muy adelantadas y esto hace que tengamos alcohol muy asequible por la noche, un consumo a muy bajo coste, muy intenso, por el mismo precio que tendría un uso más moderado en un local donde se expenden bebidas o un local nocturno”, explica el delegado del Gobierno.
Desde el punto de vista del psicólogo Izquierdo, “por desgracia” la sociedad se ha familiarizado con la práctica del botellón y en ocasiones se suma el hecho de que el debut en el consumo de alcohol en menores “arrastra una connotación de rito de paso de la infancia a la edad adulta”.
Además, en los últimos tiempos se ha normalizado tanto esta práctica que algunos adultos asumen como propia la práctica del botellón en fiestas patronales de pueblos o barrios. “El 80% de los padres cree que el alcohol anima las fiestas”, denuncia el psicólogo.
A ese respecto, el delegado del PNSD advierte de que los jóvenes que tienen un contacto precoz con el alcohol es más probable que acaben desarrollando dependencia. El inicio del consumo de alcohol más problemático en jóvenes es en situaciones de grupo, sin supervisión y cuando no tienen cosas que hacer como en verano”, incide el delegado.
“El alcohol en los menores es mucho más peligroso que en los adultos porque el cerebro humano se desarrolla habitualmente hasta los 21 años, es un cerebro en crecimiento con lo cual es mucho más sensible al daño del alcohol”, explica el delegado del Gobierno del PNSD.
En relación a los padres, el psicólogo recomienda establecer medidas razonables de control y supervisión y estar alerta de posibles signos en los jóvenes, ya que los progenitores tienden a pensar que sus hijos beben menos de lo que realmente lo hacen. “Tendemos a ver a nuestros hijos como más pequeños de lo que en realidad son y sobreestimamos el efecto de nuestra capacidad
regulatoria”.
En ese sentido, aboga por favorecer la comunicación de un modo abierto y compresivo, ser flexibles pero estableciendo un marco normativo bien definido. “Caemos en la trama de pensar que controlar es incompatible con confiar”, señala Izquierdo.
“En las familias funcionales donde existe contacto, comunicación y confianza hay menos posibilidades de que ocurran problemas”, finaliza el delegado del Gobierno para el PNSD.