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Viajar a Marte podría costar un riñón a los astronautas: esto es lo que ha descubierto la ciencia

Astronauta en la Estación Espacial Internacional (NASA)

La NASA tiene un gran trabajo por delante para cumplir su próximo objetivo: llegar a Marte, conocido también como 'el planeta rojo', aunque antes de aterrizar en este tienen una meta intermedia y es la de volver a la Luna. La primera misión, la Artemis II, que llevará astronautas a la órbita lunar, está prevista para septiembre de 2025, y la segunda, la misión Artemis III, aterrizará en el polo sur de la Luna en septiembre de 2026.

Aunque muchos son los que pagarían millones por viajar a Marte, la realidad es que este viaje espacial no está exento de problemas perjudiciales para la salud de, en este caso, los astronautas. Son diversos los estudios que han abordado este asunto, el último de ellos, un trabajo encabezado por el University College de Londres y publicado en la revista científica Nature Communications.

Estos han puesto el foco en un aspecto poco explorado: las consecuencias para la salud en órganos viscerales indispensables, como el riñón, debido a la exposición a la microgravedad y la radiación cósmica galáctica (GCR) durante misiones de años de duración.

Daños permanentes en los órganos renales

Dicho estudio, se ha catalogado como el más grande que jamás se haya analizado sobre el efecto de los vuelos espaciales en la función renal y advierte que la estructura y la función de los riñones se ve alterada por la radiación, tanto solar como galáctica -la del espacio profundo-, hasta un punto que podría poner en riesgo una misión a Marte.

La investigación simuló con ratones la exposición a radiación galáctica similar a la que se sufriría en un viaje a Marte y el resultado fue daños permanentes y pérdida de función de los riñones.

Tal y como apuntan textualmente en el estudio, "hemos demostrado que existe una remodelación estructural y funcional renal probablemente causada por la microgravedad, probablemente de forma sinérgica con la radiación cósmica galáctica". A esto añaden que "hemos demostrado que esta remodelación es un factor potencial de formación de cálculos renales y de muchos de los cambios en la bioquímica urinaria de humanos y animales experimentados por quiénes estuvieron expuestos a vuelos espaciales en órbita terrestre baja". Por último puntualizan que "también hemos demostrado que la exposición aguda a radiación cósmica galáctica simulado causa daño vascular y epitelial tubular tanto agudo como crónico que parece progresivo e irreversible".

Seis meses en el espacio, veinte años de envejecimiento

Estudios anteriores, han demostrado que seis meses en el espacio inducen a, aproximadamente, veinte años de envejecimiento vascular a través del endurecimiento arterial. Parafraseando lo que explica el artículo científico, la pérdida resultante de elasticidad vascular, conduce a una transmisión elevada de flujo sanguíneo que, a largo plazo, puede causar barotrauma -daño en el provocados por cambios de presión del aire o del agua- o estrés oxidativo a la microvasculatura renal.

También apuntan que "la rigidez arterial y la enfermedad renal crónica están fuertemente asociadas y se cree que una engendra a la otra en un circuito de retroalimentación positiva". Si a esto se le suma "la caída general de la presión arterial que experimentan los astronautas y la exposición a los vuelos espaciales a largo plazo coloca al riñón en una posición imposible en la que debe elegir entre defender la perfusión renal o la salud de su microvasculatura".

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