Los precios de los alimentos no dejan de crecer, sin embargo, esta cuestión parece que no es motivo para que las familias españolas dejen de desperdiciar comida de manera habitual. Esta es la realidad que ha constatado el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB) tras realizar un estudio a 800 hogares españoles.
Los resultados de la investigación, que han sido publicados en la revista científica 'Frontiers in Nutrition', han concluido que siete de cada diez hogares españoles desperdician alimentos de forma habitual puntualizando que las familias con niños pequeños y adolescente son las que más comida derrochan, frente a las monoparentales y las que tienen hijos mayores, que son las que menos.
Los investigadores apuntan a la dificultad de satisfacer las necesidades y proporciones alimentarias de los pequeños como una de las explicaciones y relacionan este "grave problema social" con las características socioeconómicas de la unidad familiar.
Los alimentos perecederos como las verduras (80%), las frutas (78%) y productos a base de cereales (63%) son los que más se desperdician, seguido de los lácteos (25%). En contraposición los que menos se desperdician son los productos de origen animal, como la carne, el pescado y los huevos, junto con los productos precocinados.
La principal causa es el deterioro de los alimentos, motivado generalmente por una mala gestión y la compra excesiva, que hacen que se tiren pequeñas cantidades de manera frecuente. En cuanto al comportamiento de consumo de alimentos, sólo el 66% de los hogares declara consumir productos frescos a diario, mientras que casi todos dicen consumir productos de origen animal más de cuatro días a la semana; además, el 84% reconoce que no cocina todos los días.
Es habitual que la persona encargada de hacer la compra en estas casas es una mujer (70%), menor de 54 años (79%), que trabaja a tiempo completo o parcial (78%) y que gasta una media de 537 euros al mes en comida.
En los hogares donde se suele dar este fenómeno hay niños pequeños, los cuales presentan una mayor probabilidad de derrochar alimentos, posiblemente debido a la dificultad de satisfacer sus necesidades alimentarias, así como de gestionar adecuadamente las cantidades y porciones de comida.
Por otra parte, las familias que declaran adquirir alimentos en tiendas pequeñas o mercados municipales suelen desechar menos que aquellos que compran en supermercados o hipermercados.
El investigador del ICTA-UAB y autor principal del estudio, Pietro Tonini, recomienda "planificar detalladamente las comidas previstas, revisar los alimentos que tenemos en casa, hacer listas de la compra, congelar los alimentos para prolongar su vida o reutilizar las sobras permite desperdiciar menos" para hacer frente a esta situación.
"La presencia en los supermercados de alimentos ultraprocesados, como aperitivos poco saludables, pizzas congeladas, helados y yogures de sabores inducen a la compra innecesaria", añade el mismo.
Los investigadores reclaman políticas públicas educativas que aboguen por la reducción del desperdicio, como campañas escolares de concienciación o el fomento de hábitos y dietas saludables basadas en productos locales y de temporada.
También proponen incentivar la venta de productos a granel e implementar la recogida separada de residuos orgánicos en vecindarios con altos porcentajes de hogares con niños.