Aunque los insectos no sean de agrado para muchas personas, son "unos estupendos bioindicadores" señala Natalia Arnedo de la Asociación Ibérica de Mirmecología (AIM), refiriéndose a las hormigas.
Sin ir más lejos, la estabilidad de sus hormigueros revela el estado de conservación de todo un ecosistema, ya que su presencia afecta a flora y fauna del entorno. España cuenta con unas 300 especies de hormigas que cumplen funciones ecológicas muy importantes, las cuales están en peligro por la llegada de las especies exóticas invasoras (EEI) que ponen en riesgo su labor ya que "toda la ecología local queda desplazada" pudiendo provocar importantes desequilibrios.
"Es un tema peliagudo", explica Arnedo, y de hecho "Málaga es una de las provincias españolas con mayor número de invasoras: cuando decidimos organizar el congreso aquí era una de las cosas que queríamos confirmar..., y lo hemos hecho".
Durante la celebración de Taxomara 2024 -el XVIII congreso internacional- se ha tratado dicha cuestión. Taxomara, término formado a partir de Taxonomía -sistema de clasificación utilizado en biología- y Marabunta -una cantidad masiva de hormigas migratorias que devoran a su paso todo lo que encuentran-, se ha convertido a lo largo de los años en un foro de referencia para estudiarlas.
Taxomara incluye comunicaciones científicas pero también excursiones para tomar muestras posteriormente analizadas en laboratorio y "en esta edición hemos encontrado 26 especies diferentes" en el Parque Natural Montes de Málaga, revela Fran Jiménez, doctor en biología por la Universidad de Córdoba y miembro de la junta directiva de AIM.
Ninguna de ellas era invasora porque "éstas prefieren concentrarse en las ciudades, donde encuentran mejores condiciones para proliferar". Entre las EEI presentes en la provincia, hay algunas especialmente peligrosas como la hormiga pequeña de fuego (Wasmannia auropunctata), una de las cien peores invasoras a nivel mundial aunque todavía no figura en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras porque su presencia fue descubierta tras la publicación del documento en el Boletín Oficial del Estado.
"Fue localizada por vez primera en Marbella y ya está en Benalmádena y otros lugares", precisa Jiménez, quien subraya el peligro que supone no sólo para las hormigas locales u otros artrópodos porque "son bastante agresivas" y atacan "a vertebrados como pájaros e incluso a perros: tenemos casos de ceguera provocada en mascotas por su picadura".
También pueden picar a las personas, además de sus perjudiciales efectos sobre los cultivos y el ecosistema en general. A esta especie hay que sumar más de una docena de otras EEI detectadas en la provincia, como la hormiga loca (Paratrechina longicornis), la hormiga cabezona (Pheidole indica) o la hormiga argentina (Linepithema humile).
Sin embargo, invasoras hay en buena parte de España y un ejemplo es el Parque Nacional de Doñana, donde los biólogos "han detectado casos en los que hormigas argentinas suben a los nidos en los árboles y devoran los huevos de las aves e incluso a los polluelos" vivos.
El problema de las EEI no se limita a las hormigas y "es muy difícil de gestionar" porque hay numerosas especies invasoras que están perjudicando el ecosistema español y que, en este caso, "suelen entrar por grandes puertos, ya que viajan a bordo de buques que zarparon de países lejanos".
La mejor solución pasa por "detectar el nuevo foco al principio de la invasión y exterminarlas" porque si consiguen asentar la colonia "es poco probable que puedan ser expulsadas y sólo podremos controlarlas, aunque con mucho trabajo".
Una manera de conocer hasta qué punto está sano un ecosistema es comprobar cuántas hormigas "especialistas" o "de nicho" existen en él: se trata de especies que requieren condiciones muy concretas que, si se ven alteradas, provocan su marcha o directamente su desaparición.
"En Córdoba, por ejemplo, tenemos una zona en el Guadalquivir con un nivel de especies de nicho muy parecido al de la Sierra de Cazorla" y eso es "una garantía de que un lugar está bien conservado".
Las hormigas son "mucho más útiles de lo que se piensa", insiste Jiménez, puesto que "participan en la descomposición orgánica, airean el suelo, polinizan, controlan plagas..., desempeñan muchos papeles en un ecosistema, no se limitan a servir de alimento para otras especies" y por eso su sustitución por invasoras es grave.