Seguro que en más de una ocasión habrás escuchado que "cada vez hay más niños con alergias", o incluso hayas sido tú mismo el que lo hayas dicho. ¿Es un hecho o una simple percepción de la población general? La realidad es que cada año, la cifra de alergias entre los alumnos aumenta un 2%, según Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (Seicap), y uno de los motivos es el cambio climático. En cifras, estas afectan a uno de cada cuatro alumnos, es decir, a unos 2 millones de niños en total.
Por este motivo, la sociedad científica ha reclamado un protocolo común de actuación y prevención de alergias en los colegios para garantizar la seguridad de los niños con enfermedades alérgicas, asma o inmunodeficiencias primarias (IDP), sobre todo para los casos más graves, en los que un descuido o accidente pueden resultar mortales.
Los expertos en la materia advierten que la anafilaxia, la reacción más grave que puede producirse en un niño con alergia, puede desencadenarse en el ámbito escolar hasta en una de cinco ocasiones; motivo por el que los pediatras alergólogos consideran que un protocolo de actuación común frente a las alergias en el entorno escolar podría evitar muchas de estas reacciones por no actuar a tiempo.
Tanto el profesorado como el personal no decente "deben conocer cómo identificar los síntomas de las distintas enfermedades alérgicas", así como "las medidas de prevención y evitación de alérgenos para evitar situaciones de emergencia”, afirma la Dra. Ana Martínez-Cañavate Burgos, presidenta de la Seicap.
Aunque cada vez son más las campañas que reclaman la presencia de dos autoinyectores de adrenalina en los botiquines de los colegios para casos de emergencia, no es habitual que los centros escolares los tengan, denuncia. De ahí que sea clave que los niños lo lleven consigo para entregárselo al tutor o responsable y que las familias estén pendientes de su identificación, conservación y caducidad.
Ceras, tizas, pasta para modelar y pegamentos y otros materiales contienen, con mucha frecuencia, gluten, frutos secos, soja o proteína de la leche. El contacto, la inhalación o la ingestión accidental de estos productos hace peligrar la seguridad y la vida de los niños con estas enfermedades. Por eso, la Seicap recomienda buscar alternativas y reemplazar los materiales por otros y que el profesorado repase el listado de objetos que pueden contener estos ingredientes, pero nunca discriminar al alumno debido a su alergia.
La familia siempre debe comunicar al centro escolar la última actualización del informe médico, ya que los cambios de peso que pueden ocurrir en vacaciones hacen que, a menudo, sea necesario modificar la dosis de la medicación, a lo que hay que sumarle que el niño puede manifestar nuevas alergias durante el verano.
Además, la Seicap aconseja extremar las precauciones con los menores que hayan desarrollado una alergia alimentaria recientemente y este año acuden por primera vez al comedor escolar; en este sentido, recomienda tener una reunión con el tutor para informarle.