"En condiciones normales, la cantidad de ácido úrico que entra en el organismo con la dieta, más la que se produce a través de una serie de reacciones bioquímicas es igual a la cantidad de ácido úrico que se elimina, a través de la orina y, en menor medida, de las heces", referencia la 'Clínica Universidad de Navarra'.
El problema viene cuando la cantidad de ácido úrico que entra en el cuerpo es mayor que el que se elimina de forma que aumentan los niveles de este compuesto en la sangre. Cuando las concentraciones son muy elevadas pueden acumularse en forma de cristales en las articulaciones provocando dolor, y esto es lo que se conoce como gota.
Se trata de una enfermedad reumática cuatro veces más frecuente en los hombres que en las mujeres, especialmente entre los 35 y 50 años. "Sin embargo, en mujeres la prevalencia se eleva de manera rápida tras la menopausia", detalla una guía de la Sociedad Española de Reumatología.
La gota se entiende como uno de los tipos de artritis más agudos, "de rápida aparición, con muy intenso dolor y extrema limitación funcional", describe la Fundación Española de Reumatología. La acumulación de los cristales de ácido úrico puede producir síntomas bruscos de dolor e hinchazón intensa, episodio conocido como 'ataque de gota', pero también pasar desapercibida entendida como inflamación crónica asintomática.
Estos ataques afectan principalmente a las articulaciones, pero también los tendones y las bolsas que rodean a las articulaciones pueden verse perjudicadas; esta manifestación es un signo que alerta de la necesidad de buscar atención médica.
En las fases iniciales de la enfermedad, los ataques "son más frecuentes en articulaciones alejadas del tronco porque su temperatura es menor y favorece el proceso de cristalización". Sin embargo, cuando esta se cronifica los dolores se pueden sufrir incluso en la columna vertebral.
Asimismo, "cuando el depósito en partes blandas es de gran tamaño da lugar a la formación de los conocidos “tofos”, tumoraciones blandas y móviles que aparecen frecuentemente en superficies de flexión de codos o rodillas y en los oídos".
En primer lugar, la guía establece que "las dos características que predisponen a la formación de estos cristales son la hiperuricemia mantenida -concentración de ácido úrico en sangre- y características tisulares locales que pueden favorecen la nucleación o el crecimiento de los cristales".
Un elevado índice de masa corporal, hipertensión o insuficiencia cardiaca son factores que también se han asociado a un mayor riesgo de padecer gota, "sin embargo, los estudios no clarifican si la relación es causal o si son factores de confusión y relaciones indirectas". Asimismo, la enfermedad renal crónica se relaciona con la concentración de grandes cantidades de ácido úrico en sangre, y por consiguiente, de gota; al igual que la psoriasis y la anemia falciforme se asocian con un mayor riesgo de padecer dicha artritis aguda.
Otros de los factores que incluye la guía son: genéticos; sociodemográficos como la edad, el sexo (varón) o el lugar de residencia (ámbito urbano); hábitos de vida, sobre todo la dieta rica en purinas (casquería, pescados grasos o marisco) y el consumo de alcohol, especialmente de cerveza; la exposición al plomo; algunos medicamentos como diuréticos o antihipertensivos.