En España, la diabetes afecta a uno de cada siete adultos, de los cuales uno de cada diez es de tipo 1, según la Sociedad Española de Diabetes (SED); una enfermedad autoinmune en la que existe "una destrucción primaria del páncreas que, cuando es incapaz de secretar insulina, aparece la hiperglucemia, con lo cual, los pacientes desde el debut necesitan insulina", explica Lía Nattero, responsable de la Unidad Clínica y de Investigación en Diabetes Mellitus tipo 1 del IRYCIS, a EFE.
Con motivo del Día Mundial de la Diabetes, varias expertas de la SED y del Instituto Ramón y Cajal de Investigaciones Sanitarias (IRYCIS) analizan los tratamientos actuales de la enfermedad y las investigaciones en proceso para tratar de conseguir que las personas con la enfermedad no tengan que depender de la inyección de insulina.
Además de los diabéticos tipo 1, los personas que se encuentran en fases avanzadas de la de tipo 2 -la diabetes mayoritaria, pero completamente diferente a la tipo 1- este fármaco forma parte de su día a día, pero hay tratamientos e investigaciones en marcha encaminadas a conseguir una alternativa.
En el caso de la alternativa a la insulina para las personas con diabetes tipo 1, tanto Nattero como María José Picón, vicepresidenta la SED, destacan algunas opciones que ya están en práctica en casos concretos y otras que aún se encuentran en investigación.
En una primera línea, los estudios se centran en prevenir la aparición de la enfermedad con el primer fármaco aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU (FDA, por sus siglas en inglés), Teplizumab, explica Nattero.
Una vez que ha aparecido la enfermedad, los esfuerzos se centran en reemplazar la insulina en pacientes que ya no la pueden fabricar, para lo que existen dos vías: el trasplante de páncreas y las terapias celulares.
"En el caso del trasplante, el problema es la disponibilidad de donantes y la necesidad de tratamiento inmunosupresor de por vida", aclara Picón. En cuanto a las terapias celulares se pueden trasplantar islotes pancreáticos -el conjunto de células que producen insulina- de un donante, con una inyección en la vena porta del paciente.
El inconveniente es que al igual que en el trasplante del órgano, la inmunodepresión es necesaria. Es una técnica, explica Nattero, que está aprobada por la FDA para pacientes en los que "la gestión de la diabetes es muy compleja, con hipoglucemias muy severas".
Por otra parte, se encuentra el trasplante de células madre, que "es lo que más está en boga últimamente", señala la investigadora. Se trata de "células madre pluripotenciales, como pueden ser células embrionarias y, o bien se inyectan para que se diferencien en células productoras de insulina, o bien se tratan en el laboratorio para ello y una vez diferenciadas, se inyectan". No obstante, ambas técnicas aún están en fase experimental.
Como ya hemos indicado, es preciso recordar que la diabetes tipo 1 y la tipo 2 son "enfermedades completamente diferentes", puntualiza a EFE la también investigadora del Centro de Investigación Biomédica en Red (CiberDEM). Las del tipo 2 suponen alrededor del 90 % de los casos y se estima que afecta al 14% de la población española, aunque la mitad de los afectados desconoce que la tiene, señala Picón.
En muchos de estos casos se puede prevenir, porque hay factores de riesgo que contribuyen a su aparición, como el sobrepeso o el sedentarismo. Sus causas son más complejas y a priori no hay un déficit de insulina, si no que a ésta "le cuesta actuar", provocando una insulinorresistencia, llegando el momento en el que el páncreas se agota para contrarrestarla. En sus fases iniciales se puede tratar con fármacos, y la insulina es necesaria cuando la patología avanza.
Antes de llegar a la insulina "hay un arsenal terapéutico" para la diabetes tipo de diabetes 2, como los medicamentos análogos del GLP-1, entre los cuales se encuentra la semaglutida -el ozempic-, en el caso de que el paciente tenga exceso de peso.
Es el primer escalón de tratamiento porque mejora la resistencia a la insulina, según explica Picón, quien indica otros fármacos más antiguos y baratos como la metformina, también los glucosúricos, que facilitan la eliminación de la glucosa por la orina y ofrecen "muchos beneficios".
Toda esta "batería" de fármacos, combinados con un estilo de vida saludable, están encaminados a evitar que la diabetes tipo 2 progrese y por tanto tratar que los pacientes no tengan que recurrir a la insulina.
"Cuando la insulina se pone en los pacientes con diabetes tipo 2 es porque ya los otros fármacos no son suficientes y la célula beta -situada en el páncreas encargada de segregar insulina- está agotada, con lo que el tratamiento será de por vida", subraya Picón.
Por su parte, Nattero abunda en que la insulina "hay que evitarla a todo a toda costa, pero no porque sea mala, sino porque no es la mejor de las soluciones" ya que antes hay que intentar frenar la progresión de la enfermedad.
De ahí que la investigadora también enfoque las alternativas para no llegar a la insulina en los fármacos que abordan la obesidad y mejoran la insulinorresistencia, pero también en la cirugía bariátrica, con el fin de que la enfermedad no progrese.