Tener un botiquín en casa, adaptado a las condiciones de cada uno de los convivientes, puede ser gran utilidad en caso de que se produzcan accidentes domésticos leves, como un golpe con el pico de la mesa o un pequeño corte cocinando, cuando se tienen síntomas que no presentan gravedad, como es un dolor normal de cabeza o para comprobar si se tiene fiebre.
Aunque se trata de una cosa sencilla, no toda la población sabe qué es lo que verdaderamente tiene que tener un botiquín casero, y qué es lo que no debe tener en ningún caso, así como el lugar más idóneo para situarlo, especialmente si hay niños.
En primer lugar, es importante contextualizar que el botiquín que se tiene en los hogares "no es una farmacia ni un almacén de medicamentos", así como "tampoco es el lugar en el cual se guardan las medicinas de uso diario de los miembros de la familia", indica la guía elaborada por la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid junto con la ayuda de la Organización de Consumidores y Usuarios y el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid.
El termómetro es uno de los utensilios que no debe faltar en un botiquín de casa. Tiene que ser de fácil lectura y estar en buenas condiciones para su uso -con pilas, en caso de que necesite, y limpio-. Aunque la temperatura corporal de cada persona puede variar, "en general, se dice que hay fiebre si la temperatura es igual o superior a 38ºC"; sino es febrícula.
El segundo punto son los materiales para hacer curas, tales como:
Por último, una serie de medicamentos concretos, que deben estar en su envase original, con el prospecto de papel y sin caducar, que son los siguientes:
Además de lo obvio, es decir, medicamentos caducados o con mal aspecto y material que no funcione o que estén en mal estado, como unas tijeras o pinzas oxidadas, lo que nunca debe haber en un botiquín casero es:
El lugar donde se sitúa el botiquín casero también es importante, pues debe estar en "un lugar limpio, seco y fresco" por lo que el baño y la cocina no son buenos lugares para guardarlo.
Además, debe estar protegido de la luz, fuera del alcance de los niños, cerrado (pero sin llave y con fácil apertura) y en un lugar conocido por todos los que viven en el hogar.