Las madres, durante el primer año de vida de un niño sano, duermen una media de "90 minutos menos cada noche en comparación con lo que dormían antes del embarazo y además lo hacen con interrupciones", contextualiza Gonzalo Pin Arboledas, pediatra y experto en sueño, en sus redes sociales.
Esta realidad afecta a su salud mental, e incluso puede acabar impactando a su salud física. Por ello, el también coordinador del grupo de sueño y cronobiología de la Asociación Española de Pediatría (AEP) detalla los efectos negativos de la falta de sueño en las madres, así como el papel que tiene su entorno más cercano -pareja, amigos o familiares- e incluso las instituciones.
"Nadie está preparado para aguantar cuatro horas de llanto diario después de haber pasado noches con sueño de peor calidad, interrumpido y de menos duración", recalca el profesional.
De primeras, el hecho de no dormir las horas recomendadas por las autoridades sanitarias, provoca una "dificultad para controlar los impulsos" que se traduce en una mayor irascibilidad, impulsividad y ansiedad.
A medida que se van acumulando las noches consecutivas sin dormir lo suficiente, pueden empezar a aparecer síntomas de ansiedad, depresión o tristeza, así como sensación de aislamiento o soledad, enumera el Dr. Pin Arboledas.
Si la falta de sueño permanece en el tiempo, pueden empezar a producirse síntomas somáticos tales como:
El entorno más cercano a la madre, es decir, la pareja, los amigos y los familiares más cercanos "debe recordar que la madre no es solo madre, sino que también es persona, mujer, trabajadora"; por ello, "tenemos que permitirle el tiempo que necesite para empezar a recuperar poco a poco esas facetas, que tenga tiempo para mirarse al espejo y sentirse bien, tiempo para ella misma..."
Respecto al papel que le compete a las instituciones, el pediatra considera que deben incrementar el tiempo que dura la baja maternal, así como "las ayudas a la maternidad, especialmente a las monoparentales", pues "es una forma de cuidar nuestra infancia".
Además de esto, él mismo deja claro que "la madre perfecta no existe" y que "el nacimiento no implica sentir desde el primer momento un vínculo especial con el bebé". De hecho, sentir indiferencia frente al recién nacido es algo que le ocurre al 25-40% de los padres y "puede tardar un tiempo en establecerse", tiempo que puede reducirse si se mantiene el contacto físico, se le habla con calma o se practica la mirada ojo-ojo.