Es por ello que al final del encuentro, con motivo de la indignación que había provocado la actuación del árbitro y por la frustración lógica de la derrota se veía a varios futbolistas llorando camino de los vestuarios.
Un detalle que habla de la profesionalidad de los jugadores, que no bajan los brazos ni siquiera en una situación tan complicada como la actual. Con siete jornadas por delante, aún aspiran a dejar al Xerez en Tercera.