Tomó la alternativa un 16 de octubre de 2004 sustituyendo a Deco en un derbi contra el Espanyol en el Estadio Olímpico Lluís Companys. Solo tenía 17 años, 3 meses y 22 días, pero no pudo superar a Paulino Alcántara como el jugador más joven en debutar con el Barça.
Diez años después, puede decirse que el de precocidad ha sido el único récord que se le ha resistido a Lionel Andrés Messi Cuccittini (Rosario, Provincia de Santa Fe, 24 de junio de 1987) desde que con doce aterrizó en Barcelona.
Ese y el de su compañero Xavi Hernández como el jugador que más veces ha defendido la camiseta azulgrana. Aunque, a sus 27 años, y con 434 partidos ya a sus espaldas, parece probable que Leo haga también picadillo esta marca en unas cuantas temporadas.
Pocos jugadores han creado tantas expectativas como Messi, y ninguno, absolutamente ninguno, las ha superado -todas- de la forma que lo ha hecho él.
El astro argentino ha ido quemando etapas a la velocidad de la luz, evolucionando su juego de forma asombrosa hasta convertirse probablemente en el futbolista más determinante que haya existido jamás en al planeta tierra.
La apreciación puede resultar subjetiva; los goles, las asistencias, los premios individuales y los títulos colectivos que la avalan, no.
Desde que saliera para disfrutar de sus primeros ocho minutos con los mayores aquel 16 de octubre en Montjuïc, con su melena de adolescente y su aspecto de niño imberbe, la 'Pulga' ha levantado 3 Ligas de Campeones, 6 Ligas españolas, 2 Mundiales de Clubes, 2 Supercopas de Europa, 2 Copas del Rey y 6 Supercopas de España, con el Barcelona.
Una década gloriosa que le ha aupado al olimpo de los dioses de este deporte, que le ha distinguido con 4 Balones de Oro consecutivos (2009, 2010, 2011 y 2012) que adornan las vitrinas de su casa de Castelldefels junto a sus tres Botas de Oro (2009-10, 2011-12, 2012-13) o los tres trofeos que le acreditan como 'Pichichi' de la Liga Española (2009-10, 2011-12, 2012-13).
Estos son sus premios individuales más importantes, pero Leo tiene muchísimos más. Cosas que pasan cuando el destino coloca al mejor futbolista de la historia como piedra angular del que probablemente haya sido el mejor equipo de siempre: el Barça de Pep Guardiola.
Porque la gloria reciente del club azulgrana no se entiende sin Messi, igual que los éxitos de Messi no se entienden sin el Barcelona. Un matrimonio bien avenido que ha ido, año a año, afianzando su relación, consciente de que, el uno sin el otro viviría mucho peor.
Diez años pasan volando, pero en Leo queda ya poco de aquel joven de timidez casi enfermiza que se cosía el balón al pie y corría y corría sorteando rivales con una única cosa en la cabeza: el gol.
El niño que jugaba como en el patio del colegio ha ido dando paso, poco a poco, a un jugador de aspecto más maduro, consciente de su dimensión planetaria y de la trascendencia que su figura tiene dentro y fuera del terreno de juego.
La versión más egoísta de aquel Messi de voracidad goleadora innegociable ya solo forma parte del imaginario colectivo. Ahora, Leo se ha reinventado como auténtico '10', ese que aparece en todos los momentos determinantes del partido para hacer mejores a sus compañeros.
Ajeno al debate sobre su supuesto declive, Messi seduce ahora con su versión 2.0, consciente de que 434 partidos, 11 temporadas, 21 títulos y 361 goles después, sigue siendo el rey.
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