La imagen de Iker Casillas en trance levantando la Décima fue probablemente la escena central de la memoria visual del año, pero Lisboa, el teatro de los sueños de la Liga de Campeones 2014, reservó el papel estelar a otro actor, uno de los que más se resiste a ser de reparto.
Poco antes de recibir la Copa, Casillas besó sobre el terreno al protagonista de la noche, o del año, un gesto tanto de agradecimiento como de alivio. Sergio Ramos, en el descuento, apareció de repente y llevó el partido a la prórroga cuando todo en el Real Madrid parecía abocado a un gabinete de crisis con potenciales afectados, como mínimo, en el banquillo. El gol encumbró a Ramos al panteón de dioses del madridismo y con seguridad evitó que Casillas fuese expulsado de él sin consideración. Con el gol, el Real Madrid puso fin a una larga espera de doce años para obtener la décima Copa de Europa y contribuyó a perpetuar el trauma de su rival, víctima de otra aparición fuera de hora y vestida de blanco. Para el Atlético, la final fue revivir una pesadilla al cabo de cuarenta años. El tormento de la prórroga fue excesivo aunque previsible, con el fantasma de Joerg Schwarzenbeck sobrevolando el estadio lisboeta. Todo lo que podía salir mal salió mal. El ejemplo perfecto fue el gol de Ramos, pero lo que rompió definitivamente la final fue similar, con la jugada límite de Di María y el extraño rechace a su tiro que fue a caer justo por donde pasaba Gareth Bale. La agonía para el Atlético duró algo más, lo que tardaron Marcelo y Cristiano Ronaldo en marcar. El tanto del brasileño detonó la explosión anímica de Casillas, que había fallado con estrépito en el gol del Atlético. El portero, sobrepasado, se desplomó llorando sobre el césped. Fue el resumen de una temporada compleja. Solo el cabezazo de Ramos evitó que el Atlético de Madrid hiciera la mejor temporada de su historia. En la liga, el equipo de Diego Simeone llegó a titubear con el objetivo casi a tiro, pero se lo jugó todo en Barcelona y la ganó. Dos minutos simplemente le separaron en Lisboa de la gloria eterna.