Roberto "Tiburón" Torres es hoy el faro que guía a Cerro Porteño hacía el título del Apertura paraguayo, a falta de dos jornadas, lo que no deja de ser paradójico ya que el técnico, que ha aupado al Ciclón a lo más alto de la tabla, entró como interino para sustituir al argentino Leonardo Astrada.
Y es que desde que asumió la dirección del equipo, la primera semana de marzo, este lleva 14 partidos invicto y así quiere seguir hasta que finalice un torneo que Cerro Porteño tiene casi en la palma de la mano, ya que aventaja en cuatro puntos al escolta, Guaraní.
Si lo consigue, el aplauso que este domingo se llevó Torres, después de que sus hombres vencieran a General Díaz (3-1), a buen seguro se convertirá en un estruendo de elogios hacía alguien que es considerado un "soldado" de Cerro Porteño.
Allí ha sudado la camiseta como jugador, formado parte del cuerpo técnico y esta temporada no dudó en dar la cara, aunque fuera de forma transitoria, para cubrir el hueco dejado por Astrada.
Y si bien al principio los planes de la directiva pasaban por contratar a un técnico extranjero, la institución se rindió ante el "Tiburón", quien haciendo bueno su apodo se mostró como un técnico devorador, al tiempo que un conciliador de los egos del vestuario, que se habían vuelto contra Astrada y acabaron propiciando su salida.
Son las claves que ha usado para conjuntar un equipo que ahora brilla bajo la batuta de Fidencio Oviedo, el fuelle en el centro del campo, repescado por Torres después de que Astrada lo desterrara al banquillo, y la pericia de José Ortigoza, un delantero que además de atravesar la red rival se deja la piel en las asistencias.
Además, y cumpliendo a rajatabla la pizarra de Torres, Ortigoza forma una pareja letal con Jonathan Fabbro, una sociedad a la que se ha unido Sergio Díaz, el juvenil de Cerro Porteño que con 16 años se ha abierto paso entre los mayores y que el domingo hizo dos goles contra General Díaz.
Aunque ellos fueron las figuras de ese partido contra General, hoy todas las miradas se dirigen a Torres, tanto por parte de la hinchada como de sus colegas, que se han rendido ante la humildad del técnico.
Para rozar el cielo como entrenador, Torres no depende más que de su propio equipo, es decir, de que este no falle en los dos encuentros que le esperan antes de terminar el campeonato, el penúltimo el próximo fin de semana contra San Lorenzo, el colista.
Detrás tiene a Guaraní, que aunque tiene un partido menos, está metido en un complicado frente, el de la Libertadores, ya que este jueves recibe al argentino Racing en partido de ida de cuartos de final.