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Dunga enclaustra a un Brasil ignorado por su afición

El seleccionador brasileño, Carlos Caetano Bledorn Verri 'Dunga', enclaustró a la Canarinha e hizo imposible el acceso del público a los entrenamientos previos a la Copa América, que comenzaron hoy.Manuel Pérez Bella
Pero el empeño de Dunga en rodear con altas vallas metálicas todo el recinto de la Granja Comary, la sede de la selección en la ciudad serrana de Teresópolis, fue en vano, puesto que, a diferencia de torneos pasados, hasta ahora no han aparecido ni aficionados ni los curiosos habituales.
El lunes nadie aguardaba la llegada del autobús de la selección a Teresópolis y hoy martes, primer día de trabajo de Brasil, las calles cercanas a los campos de entrenamiento estaban vacías.
Incluso el día de la fatídica derrota por 7-1 contra Alemania en las semifinales del Mundial de 2014, al menos seis hinchas acudieron de madrugada a las puertas de la Granja Comary a recibir en silencio el autobús de la selección.
Hace un año, en los días previos al Mundial, cuando la afición brasileña hervía en ilusión por el torneo, Teresópolis era una ciudad bulliciosa, llena de aficionados vestidos de amarillo y verde, con las caras pintadas y banderas en mano.
A los hinchas brasileños más entregados no les importaba pasar horas en pie esperando para ver pasar unos breves instantes al autobús de la selección que, por tener los vidrios tintados, ni siquiera permite vislumbrar la silueta de los jugadores.
Unos centenares de afortunados incluso pudieron, en pleno Mundial, ver los entrenamientos desde una calle de la urbanización de lujo donde se encuentra la Granja Comary y que siempre estuvo separada de las canchas por una verja de metro y medio de altura.
Algunos días durante el Mundial se produjeron invasiones de campo, principalmente de niños que corrieron para abrazar y saludar a los jugadores de la Canarinha o para pedir autógrafos.
Ahora una valla metálica, totalmente opaca y de más de dos metros de altura, ha reemplazado la verja e impide la vista desde esa calle de acceso restringido y desde los chalés vecinos a la Granja Comary.
Dunga siempre fue partidario de la privacidad de sus equipos, pero en su primera etapa en la selección, entre 2006 y 2010, sí permitió que los aficionados presenciaran los entrenamientos desde la calle.
A pesar de las precauciones que ha tomado Dunga, nada presagia que se repitan las invasiones de campo ni un acoso excesivo por parte de los aficionados.
Estos días la única decoración en la ciudad que se enorgullece de ser la "casa de la selección" son unas banderas brasileñas que envuelven las jambas del pórtico localizado en el acceso a la carretera de Río de Janeiro.
Sin embargo, los vecinos de la ciudad, de cerca de 100.000 habitantes, no han engalanado sus balcones y tampoco han brindado una recepción calurosa.
El motivo para la inusitada frialdad de los brasileños tal vez sea fruto de la desazón por el Mundial, o se deba en parte a la ausencia de Neymar, que está concentrado con el Barcelona para jugar la final de la Liga de los Campeones de Europa.
La lluvia fina que caía de forma intermitente en la mañana del martes también puede haber contribuido a que desistan los curiosos y la altura de las nuevas vallas de Dunga, a buen seguro, alejó a otros.
Pero sea cual sea la razón, la selección brasileña probablemente nunca estuvo tan sola y aislada de su 'torcida' en la antesala de un torneo importante como la Copa América.

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